Sociedad

“Sin la ayuda de amigos y familia hubiese sido muy difícil empezar”

Emiliano Orallo y Juan Ignacio “ Pradi” Pradissitto son dos jóvenes diseñadores de 29 años, de nuestra ciudad que, en 2010, decidieron apostar a una microempresa del rubro del amoblamiento. Ambos son diseñadores industriales y, en realidad, ya terminando su carrera habían empezado juntos un desafío más artesanal, Presente Imperfecto, una pequeña producción de pufs, a partir de elementos reciclados.
En diálogo con Resumen, Emiliano y Juan Ignacio cuentan un poco cómo fue el desarrollo de Pi Amoblamientos, una empresa que ahora cuenta con varios clientes, desde el particular a lo industrial y que se dedica a la producción de muebles a medida, no sólo en términos de dimensiones, sino que objetos acordes al espacio, a la estética e inclusive a las características de las personas.

“Empezamos a diseñar muebles para amigos hasta que un día decidimos apostar a una empresa propia”, cuenta Emiliano. “Yo tenía un trabajo y lo dejé, mientras Pradi trabajaba en el negocio familiar y tuvo que dar un paso al costado”.
Con respecto a cómo pudieron acceder a un pequeño capital para poder invertir en las primeras máquinas, ambos cuentan que lo único que disponían era del lugar. Lo demás, fue desde cero, a pulmón y gracias al entorno. “Sin la ayuda de amigos y familia hubiese sido muy difícil empezar”, dicen casi al unísono.

En ese momento no lograron acceder a ninguna línea de crédito para emprendedores por no quedar seleccionados. Pero además ,relata Pradi, “intentamos una vez acceder a un financiamiento de la Fundación del Banco de la Provincia de Córdoba, pero la verdad es que demoramos mucho con todos los papeles y hasta tuvimos que poner plata. Nos pedían hasta copias de catastro para un crédito y ya habíamos entregado todas las garantías. Cada vez aparecía un nuevo papel”. Una historia conocida para muchos, que por cansancio y frustración, frente a la burocracia, resuelven buscar el financiamento de otra forma, “ver de qué podíamos privarnos para llegar a la máquinas que necesitábamos. Siempre fue mucho más fácil con nuestro esfuerzo que ir a buscar financiamiento. Además nos ganaron por cansancio”,asume Pradi

Tampoco los bancos privados fueron de ayuda, ya que “ofrecían crédito con intereses altísimos y terminábamos debiendo en doble de lo que pedíamos, más allá del adelanto que ya, para una empresa como la nuestra, era prohibitivo”, explica Emiliano.
Tener una microempresa implica altos riesgos, no contar con un sueldo fijo a fin de mes, considerando que hay momentos muy buenos, y otros difíciles. “Hay que tener paciencia, ser previsores”, admiten ambos.

Ellos tuvieron capacidad y suerte, pero admiten que lo que le falta a muchos de los que empiezan este tipo de actividad y fracasan en el intento, es la posibilidad de un apoyo o consultora estatal que pueda ubicarlos, capacitarlos y direccionarlos. “En temas administrativos, contables, impuestos, que ya son cosas extras al trabajo en sí, resulta difícil entender adónde ir, que formularios, que trámites, cómo encasillar la actividad, qué nuevas normativas hay”, explica Emiliano.
Y con respecto a las líneas de créditos, que consideran una buena noticia, aclaran que los importes no alcanzan “ya que con 50 mil pesos, en un rubro como el nuestro, más o menos llenás la caja de herramientas. La mayoría de los rubros implican el gasto de las maquinarias, para empezar que, en un caso como el nuestro, rondaría unos 200 mil”, concluye Pradi.

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