Tras el fallo de la Corte Suprema que habilitó el 2×1 para los represores condenados por delitos de lesa humanidad, el ex agente de Inteligencia condenado a prisión perpetua por delitos cometidos durante la última dictadura cívico militar Arnaldo José «Chubi» López, quien vivía en La Bolsa en el momento de su detención en 2007 y aún figura domiciliado en la localidad cercana, solicitó a la Justicia de Córdoba que recalcule la pena en su contra.
“Chubi López” en el megajuicio, López estuvo imputado por 1.037 delitos, entre ellos 281 homicidios calificados. En 2016, cuando lo sentenciaron, provocó un escándalo más al retirarse, cuando amenazó a familiares de las víctimas que estaban presentes. En el lugar incluso estaba el gobernador Juan Schiaretti y otras autoridades. Hace dos días, la defensa del genocida Arnoldo «Chubi» López presentó un pedido para ser beneficiado con el cómputo de 2×1. Entre los abominables crímenes, está, el asesinato de Daniel Sonzini Whitton, quien fue secuestrado al frente del colegio Cassaffousth, de de Córdoba, el 12 de agosto de 1976. Muchos años después, gracias a los testimonios de Graciela Geuna, también detenida en La Perla, se supo que fue largamente torturado, y luego asesinado.
Resumen dialogó con Hernán, el hermano más chico de Daniel. La cruel ironía quiso que se mudara de Córdoba a Villa La Bolsa, justo por las calles en la que, hasta hace 10 años atrás,andaba el Chubi.
¿Quién era tu hermano?
Daniel era mi hermano mayor. Fue al secundario en el colegio La Salle y hasta cuarto año fue seminarista. Cuando se lo llevaron tenía 21 años, era estudiante avanzado de Física en la Universidad Nacional de Córdoba (la biblioteca de Famaf lleva el nombre de Daniel Sonzini), era el presidente del centro de estudiantes del entonces Instituto de Matemáticas, Astronomía y Física (Imaf, hoy Famaf), colaboraba con el cura Guillermo “Quito” Mariani construyendo viviendas sociales en la villa y era militante Montonero.
¿Cómo fue que se lo llevaron? Y cuándo supieron qué le había pasado?
Yo tenía 9 años. Dani ya estaba viviendo en la clandestinidad, porque ya le habían quemado una casa dónde vivía. Una noche, un llamado anónimo avisó que estaba preso. Pero a mi no me dijeron nada. El Dani un día no estuvo más. Sólo muchos años después supimos cómo lo había matado. Lo reciben en La Perla, entra en una sesión de tortura y lo terminan matando a patadas y a culatazos luego de haber agonizar por días, sólo, tirado en la cuadra. Y de las 280 causas que tiene el Chubi, es casi de los más tranquilo que haya hecho este tipo capaz de cosas aberrantes.
¿Cómo cambió la vida de tu familia en aquel momento?
Comienza otra vida para nosotros. Mi vieja yendo a reuniones a escondida con otras madres, nunca fue militante igual. Mi padre había sido funcionario del Ministerio de salud pública de la Nación con Onganía y con los radicales. Nunca fueron militantes, pero fueron a golpear las puertas de amigos, de la iglesia para lograr dar con Dani. Y nunca nadie les quiso decir nada. Al lado de mi casa vivía el Gral Centeno, su hijo era amigo de mi hermano. Nadie nos ayudó.
¿Entre ustedes hablaban del tema?
Había silencio entre nosotros, no se podía hablar del tema hacia adentro. Ni se podía hablar hacia afuera porque había miedo y nos decían “algo habrá hecho”.
Mi madre, cuatro años después se murió de tristeza, cuando yo tenía 13 años. Mi padre vivió 20 años más, deprimido. No tenía más ganas de vivir. Se le cayó una construcción social que se había hecho toda su vida. Se le cayó su marco de referencia.
Así funcionaba el terror…
Sí, pero les salió mal, y es ahí donde valoro la actitud de los argentinos. Yo por años, a veces cuando escuchaba el timbre, pensaba que era mi hermano que volvía. Mi madre nunca supo que le pasó. Después que se murió mi mamá, mi padre afirmó que no iba a poder morirse sin dejarnos antes todos “encaminados”. Y así, cuando yo, que soy el más chico, me fui a convivir con mi compañera, al mes, se murió.
¿Tu hermano era guerrillero?
Sí. Yo no discuto que mi hermano estuviese en una organización armada. Pero lo que, en todo caso había que hacer era llevarlo a tribunales y hacerle un juicio. No torturarlo por tres días y tirarlo en una fosa común. Sin ni informar a la familia. Sin que sepamos dónde está sepultado.
¿Qué implica esto del 2×1, más allá de que los represores no logren salir?
Esperamos justicia por 40 años, hace menos de un año fue la Megacausa La Perla, y ahora esto. No se puede ni pensar esta posibilidad. Si estos tipos salen a la calle, ¿qué van a hacer? Vamos a dormir tranquilos, o nos van a estar persiguiendo? Y nosotros qué vamos a hacer? Me he cansado de repetirlo, si hay algo que yo valoro de los organismos de Derechos Humanos argentinos y de los familiares, es que no hay un registro de un caso de venganza, siempre se pidió justicia. Y con estas personas no tenemos garantías de que sea así. Además, ya hay otro tipo de condenados que piden por el 2×1, ¿qué les vamos a explicar a un violador, por ejemplo?
¿Vos sabías que el Chubi vivía allí en La Bolsa?
Desde la declaración de Graciela Geuna, yo me grabé el nombre de Chubi López, lo busqué, no lo encontré. Jamás me hubiese imaginado que podía vivir en La Bolsa. Me enteré cuando ya estaba preso. Por suerte no sabía que ese tipo vivía ahí. Probablemente me lo haya cruzado en el súper, en la escuela. Entonces, me pregunto porqué nosotros tenemos que convivir con los asesinos torturadores de nuestros familiares.
Chubi López pide el 2×1
Hace una semana atrás, la Corte Suprema aceptó la aplicación del cómputo de la pena conocido como ‘dos por uno‘ en un caso de condena por delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura.
A favor de la aplicación del ‘dos por uno‘ votaron los jueces Elena Highton de Nolasco, Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti, en tanto que Ricardo Lorenzetti y Juan Carlos Maqueda lo hicieron en disidencia. La resolución de la Corte benefició con el cómputo de 2×1 al represor Luis Muiña, de 61 años, quien había sido condenado en 2013 a 13 años de prisión por ser «coautor del delito de privación ilegal de la libertad» e «imposición de tormentos» en cinco casos.
Mariela Pérez Cesaratto, abogada defensora del “Chubi” López, presentó este lunes un recurso judicial en los tribunales federales cordobeses para exigir que se revea la cantidad de años de sanción.
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