La Tranquera es una carnicería situada en la esquina de España y Urquiza en el centro de la ciudad.
Ivana atiende a sus clientes con simpatía y una sonrisa en la cara. Sabe que es la única en Alta Gracia que se desempeña con esa profesión, pero para ella es algo normal: hace 14 años que es carnicera. Cuando se le pregunta si hay otros hombres acompañándola, sonríe y afirma que hace su trabajo sola.
El negocio hace años que pertenece a su familia, creció con ella. Si bien antes realizó otros trabajos, en La Tranquera encontró su pasión.
Sus clientes están acostumbrados a verla tras el mostrador, quizás los mayores encuentren extraño ver a una mujer ejerciendo un oficio que durante años se consideró estrictamente masculino. Ella afirma que también le da gracia ver el asombro de jovencitas al descubrir que, en la carnicería de la esquina, atiende una mujer.
Ivana es madre de dos niños, es trabajadora, tiene campos con animales, es mujer. Entre cliente y cliente revisa su celular para fijarse a qué hora tiene que pasar a buscar a sus hijos de la escuela. «¿Viste? También soy mamá» dice entre risas.
Su cara se ruboriza cuando se le pide una foto para esta nota. «Por favor, fotos no. Si querés sacale fotos al negocio», ruega. Y sí, es una comerciante de la ciudad como todas las otras. Sus ojos azules le brillan cuando se le pregunta por su trabajo. Afirma, numerosas veces, que es feliz, que vive su vida plenamente. Ama su trabajo y su día a día, «es como vivir de vacaciones» afirma. Comenta que no tiene televisor, que sus hijos están acostumbrados a la vida de campo. Ella ama a sus animales. Vive con pasión su trabajo, y hace de cada día un día que vale la pena.
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