Entre el lunes y miércoles de esta semana, sólo en la fiscalía de I instrucción del departamento, se dictaron tres prisiones preventivas por delitos enmarcados dentro de la Ley 9283 de Violencia Familiar. Claro está que esto, y lamentablemente, ya no es una novedad si se tiene en cuenta que el 50% de las denuncias que ingresan a la Justicia local son por casos de esta índole y que esta cifra va en ascenso. Sin embargo, lo peculiar y hasta preocupante, es el alto indice de reincidencia que se dan en estos hechos.
Hablamos puntualmente de situaciones en las que por alguna razón las víctimas deciden darle una nueva oportunidad a su agresor (aunque exista condena de por medio) y hasta vuelven a convivir con él. Lo que los fiscales llaman el “circulo vicioso de la violencia doméstica”, tan común en estos tiempos como en el siglo 18 seguramente y sin duda el más difícil de romper.
Para “sostener” la familia
Entre los recientes casos que se destacan, está el que tiene como imputado a un hombre de 38 años vecino de B° La Perla; a quien ninguna de sus condenas anteriores como así tampoco los supuestos tratamientos por adicción y violencia de género que recibió en la cárcel, le sirvieron para que cambiara su conducta violenta. Esto quedó más que evidenciado con esta tercer denuncia que radicó su padre, narrando un contexto de violencia repetitiva y naturalizada creciente.
El sujeto había sido condenado en dos oportunidades por agredir y amenazar a su ex pareja. Recibiendo penas de no más de cuatro años de cárcel. Así mismo, tras purgar las condenas, la pareja se reconcilió y hasta volvieron a convivir.
La última detención fue el pasado 6 de junio en la casa donde el sujeto convivía con la mujer, los tres hijos que tienen en común y su padre. Fue éste ultimo quien decidió llamar a la policía luego de que presenciara una fuerte discusión entre el hombre y su nuera, en la cual según dijo, éste la había tomado del cuello y amenazado con matarla. El sexagenario no dudó en intervenir y también recibió golpes por parte de su hijo. Tras este episodio, el sujeto fue nuevamente detenido.
Cabe destacar que el denunciado negó los hechos; contando una versión totalmente diferente, en la cual aludía a que su padre tenía demencia senil. Su concubina, apoyando esta versión, dijo incluso que ella no estaba en la casa. Esto no tuvo credibilidad para la Justicia y ordenaron que tanto ella como el detenido iniciaran tratamiento psicológico.
Por ser “el pilar” económico
El martes dictaron la prisión preventiva de un hombre de B° Córdoba, quien amenazó y lesionó a su ex pareja. Tras la denuncia, la víctima se arrepintió y le pidió al fiscal que lo liberara porque él “era el sostén económico de la casa”. Aquí, hubo una primer denuncia en la que se impusieron restricciones y, no obstante ello, la pareja se reconcilió; el sujeto violó las condiciones de la libertad y regresó a la cárcel. Al igual que en el caso anterior, le impusieron tratamiento psicológico a ambos.
Beneficio revocado
El tercer caso, si bien los antecedentes del imputado no eran por violencia, la Justicia revocó una libertad bajo fianza por un robo calificado luego de que la novia lo denunciara por agresiones. Denuncia que fue radicada sólo dos semanas después de que la Justicia le otorgara dicho beneficio.
Tres casos y un solo hilo conductor: la naturalización de la violencia. “Autosumisión”, para muchos. Algo que tampoco debe de dejarnos reconocer quienes son las verdaderas víctimas.
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