Sociedad

Vigilia a un año de la muerte de Emi D’ambra

A un año de la muerte de Emilia Villares de D’Ambra (Emi), el Colectivo Paravachasca por la Memoria, colmó la Plaza Solares  este martes por la noche, de pañuelos blancos para recordarla y «para reafirmar el compromiso de seguir con su lucha por Memoria, Verdad y Justicia».

A continuación, el escrito que difundió al respecto el Colectivo:

«Desde el Colectivo Paravachasca por la Memoria queremos brindarle un homenaje a Emilia Villares de D´Ambra y a Santiago D’Ambra y, en su nombre, a todos aquellos que no bajaron los brazos, a quienes nos mostraron el camino de la lucha y mantuvieron en la memoria a nuestros detenidos desaparecidos.
Bertolt Brecht dijo: “Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay otros que luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles.” Emi y Charo fueron de los imprescindibles. Imprescindible es sinónimo de irremplazable.
No podremos reemplazarlos, pero sí podemos y debemos recordarlos, mantenerlos en nuestra memoria colectiva, hacerlos presentes. En Alta Gracia, el terrorismo de Estado nos robó vidas jóvenes. Los hermanos Carlos y Alicia D’Ambra continúan desaparecidos desde 1976. Carlos, desapareció con sólo 23 años y Alicia apenas contaba los 21. Sus padres, Emilia y Santiago los buscaron sin descanso entre el dolor y la desesperación de la pérdida, luchando por la verdad y la justicia. Desde hace catorce años, la calle de la casa en la que vivieron pasó a llamarse “Hermanos D’Ambra” en memoria de Carlos y Alicia. Hace once años que Santiago no nos acompaña y Emi nos dejó el 7 de marzo del año pasado. A Hugo Pavón lo secuestraron una siesta de 1976 en su casa de Av. Libertador al 1700 de esta ciudad. Tenía sólo 20 años.
Su madre, de edad avanzada, sola y atemorizada, no tuvo las fuerzas para luchar. La tristeza se la llevó pocos años después. Así, Hugo Pavón no sólo desapareció físicamente, sino también de la memoria colectiva, sin que casi nadie reclamara en su nombre. Recién 30 años después, a raíz de una investigación periodística, se supo públicamente lo ocurrido con Hugo. Poco tiempo después, se colocó una placa en la vereda frente a su casa con la presencia de algunos vecinos y representantes de organismos de Derechos Humanos.
Dos historias similares, pero diferentes. En una, el dolor se transformó en emblema de lucha. En la otra, primó el silencio, el temor y la soledad. No fue fácil para ellos. La misma Emi nos contó, en más de una oportunidad, que fue su compañero, Santiago, el primero en trasmitirle la fuerza para pelear por sus hijos, cuando la tristeza y la desazón parecían haberle ganado la batalla. Luego, la lucha de ambos para conocer el destino de sus hijos primero, y el pedido de justicia después, fue imparable. Pasaron años durísimos, soportando las leyes de impunidad, el indulto y la indiferencia de gran parte de la sociedad. Sin embargo, también encontraron en la lucha amigos y compañeros que acompañaron su camino reclamando memoria, verdad y justicia. Hablando sobre Alicia en una entrevista Emi dijo: “Todas las chicas que estuvieron presas son mis hijas, todas las viejas de familiares que murieron son mis hermanas.” Las historias de vida de las personas como Santiago y Emilia trascienden lo personal y mantienen presente y fortalecido el reclamo de todos por memoria, verdad y justicia. Los desaparecidos permanecen en nuestra memoria gracias a aquellos que tuvieron la valentía de luchar, de no dejarse vencer por la desesperanza: “la pérdida de los hijos es una herida que jamás se cierra” dijo Emi, “pero es la lucha la que me ayuda a sobrellevarlo”. La persistencia de estos padres, de estas madres, de los hijos, hijas y de tantos compañeros y compañeras que eligieron la militancia al desaliento, nos muestran hoy el camino a seguir. Porque Emi y Charo, en la calle, codo a codo, fueron mucho más que dos.»

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