Todos los días cuando se sube al auto para ir a hacer las compras en Anisacate o en Alta Gracia,
mientras su pareja conduce, Gladys Cobino observa atentamente a los costados de la ruta para detectar si hay algún perro abandonado y poder asistirlo. Ella tiene 64 años y hace 25 que convive con Alberto Frontera que en diciembre cumplirá 69. Ambos son oriundos de la localidad de Despeñaderos pero vivieron mucho tiempo en Córdoba capital hasta que vendieron todo y decidieron mudarse al barrio Los Talas de Anisacate, a 100
metros del río. Pero no vinieron solos, sino que trajeron consigo una veintena de canes.
El afecto a los animales
Todo comenzó hace 12 años cuando ambos se mudaron de su casa cordobesa en Barrio Jardín a
una zona más descampada de la capital provincial. “En esa zona había mucho campo y nos habíamos empezado a construir una casa. Pero al poco tiempo ya se fue armando un barrio y después pusieron un country”, recuerda Gladys, y agrega: “Al principio cuando vivíamos ahí, al estar despoblado, la gente abandonaba a los perros y entonces les empecé a llevar comida y de a poco los fui juntando a varios”.
Cobino siempre fue ama de casa y hoy se sustenta gracias a la jubilación. Certifica que antes de comenzar a asistir a los perros abandonados jamás había tenido uno propio. “En cambio mi hija sí tenía y cada tanto yo se los cuidaba. Pero cuando empecé a ver la necesidad que tenían los perros que eran abandonados me di cuenta de lo que sufrían y comencé a fijarme en ellos. A partir de ahí cada vez que salgo a la calle voy mirando si hay algún perro tirado o lastimado”, sintentiza.
Desde hace un tiempo a esta parte, Cobino reconoce que debido a su edad “no puedo traer más
de los que ya tengo, pero a los que veo flacos en la calle cuando tengo les llevo comida. Hay mucha gente que abandona a los perros y ellos no pueden defenderse. Siempre digo que las personas que hacen eso no tienen corazón”, subraya.
Primero la manada
El amor y la dedicación hacia los perros es tal que cuando se instalaron en el barrio Los Talas de
Anisacate primero optaron por construirle un establecimiento para los animales, mientras que
ellos dos se acomodaron en una pequeña habitación mientras terminan de construir su casa. Allí,
es donde se ve la mano de Alberto Frontera que se dedica a la albañilería y la construcción. “Es
algo que me viene de familia”, informa a RESUMEN sin que en su cara se le borre nunca la sonrisa y añade: “A mí siempre me gustaron los perros pero todo esto lo impulsó mi mujer desde que los empezó a juntar y yo la acompañé”, comenta.
Cuando abren la puerta del terreno donde se encuentran los perros, todos vienen corriendo a
recibirlos. Además, saltan y se atropellan para recibir a sus dueños. Cada uno tiene su nombre y
Gladys es la encargada de presentarlos: “Este es Quelo; allá está Mili que todavía les estamos
curando la sarna que tenía cuando la encontré”; y así va nombrando a Dudú, Pompón, Negro,
Foxy, Colo y a Chuky que “cuando apareció estaba todo pelado y con la oreja embichada y se la tuve que curar”. Cuando fue consultada si tenía preferencia por alguno en especial expresó: “No,
para mí son todos iguales y los amo a todos”. Los perros de Gladys y Alberto, están todos castrados y comen una vez por día. También cuentan con la colaboración de un veterinario de Anisacate que periódicamente los revisa y los desparasita.
“Nosotros nos hacemos cargo del tema de la comida y se nos hace difícil ahora porque estamos con la jubilación nada más. Siempre buscamos y pedimos ayuda por el tema del alimento pero hasta el momento no hemos tenido respuestas ni del municipio ni de la Provincia”, informó Gladys; y por último señaló: “Nuestra idea por ahora es no traer más porque justamente queremos que estos 43 estén bien”.
Salidas controladas
Los perros que albergan Gladys y Alberto no salen mucho pero de vez en cuando lo hacen.” “Ahora, cuando les abrimos el portón se quedan por acá cerca, no están acostumbrados a irse lejos”, dice Alberto y recuerda un episodio desagradable: “Antes los sacaba a pasear más seguido; los llevaba hasta al río en tandas de cuatro o cinco. Pero una vez se me escaparon dos y la gente de la estancia del lado los mató. Llamamos a la policía pero como no tenían orden de allanamiento no se pudo hacer nada. Entonces opté por no llevarlos más a pasear al río”.
El caso de Gladys y Alberto se difundió rápidamente en las redes sociales donde la gente que conocía la situación de esta pareja solicitaba ayuda para que puedan seguir alimentando a los animales. Si bien no se trata del único caso en el que las personas hacen pequeños albergues en sus casas para los perros, es el que mayor número de animales tiene hasta el momento.
¿Qué puede hacer una institución protectora de animales?
Resumen se comunicó Carolina Romagnoli, integrante de la protectora de Alta Gracia “Amigos
del mejor Amigo” (ADMA) para consultarle cómo actúa dicha institución ante un caso de este tipo y manifestó: “Depende de cada caso; hay muchas veces que si los animales no están en buenas condiciones les solicitamos que vayan dando en adopción pero a veces la misma gente no se
quiere desprender de ellos”. También indicó que ADMA ofrece hacer un relevamiento y que colabora en desparasitarlos en forma gratuita y ponerle “la vacuna antirrábica porque es una enfermedad zoonótica que puede
ser mortal para el humano y para el perro”. En cuanto a la cuestión alimentaria Romagnoli indicó que “los podemos ayudar con lo que nos van dando a nosotros. Es decir, solicitar ayuda para poder ayudarlos a ellos. Hasta ahora no tenemos una partida municipal para poder ofrecer, salvo la que se otorgó por los 22 perros callejeros del centro de Alta Gracia; pero sí se puede colaborar nosotros estamos dispuestos a hacerlo”, finalizó.
Una problemática sin solución
Desde hace un tiempo los perros de la calle ocupan el centro del debate pero sin embargo aún falta dar un debate a fondo sobre qué medidas implementar con la cantidad de animales que ocupan veredas y calles en los distintos barrios de Alta Gracia y zonas aledañas. Las discusiones y las políticas llevadas adelante hasta el momento han dado resultados exiguos y muchas veces la desidia de los habitantes con respecto a sus mascotas, implican un gran riesgo a la salud de la población por accidente y mordeduras que se producen a menudo.
Comentarios: