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Tercer fracaso: la caída de Morer

Pese a una excelente campaña y a una elección reñida, el pase de facturas para el candidato de Alta Gracia Crece, quien ya perdió en 2011 como vice y en 2015 como cabeza de fórmula, será inevitable.

Cuando se armó la lista de Alta Gracia Crece, en junio y luego de las largas negociaciones, la primera sensación fue que era un armado ya creado en vista de una derrota. Antes que todo, por el hecho que Amalia Vagni repitiera cargo como primer Concejal. La explicación fue y será que es la indicada para volver a la pelea en 2023 y necesita visibilidad. Sin embargo, es difícil pensar que quien ya ocupó una banca en ese mismo recinto y fue dos veces Legisladora, necesite del Concejo Deliberante para proyectarse. Por otro lado, desde los distintos sectores del radicalismo empujaron a Leandro Morer a ceder todo o casi y varios murmullaron por lo bajo: “Pase lo que pase, el 22 de septiembre ganamos lo mismo en algo”.

Morer fue el único candidato que perdió en 2015 y arrancó su campaña para 2019 al día siguiente, buscando socios, aliados y amigos adentro y afuera del partido. Recorrió los barrios, dialogó con las instituciones, siempre con el equipo al lado. Hasta que llegaron los afiches de Amalia Vagni y su pretensiones de campaña para que Morer cambiara de rumbo.
Hoy, despojado de sus amigos y socios (los “3 Martín”: Núñez, Barrionuevo y Ávila), a los que abandonó a la vera de la ruta, y acompañado por algunos jóvenes fieles en lugares no tan importantes de una lista que ya no será, Morer quedó solo, tres veces vencido desde el 2011 y sin posibilidad de replantearse y volver a insistir fuerte de un piso que, una vez más, mostró ser un techo incómodo.

Se viene renovación de cuadros y los ojos de algunos apuestan a una fórmula con Amalia Vagni y la joven Lucía Allende, cuyo puesto número tres fue atacado con cierta prepotencia (pero eficiencia y por sobre todo respaldo político nacional) del PRO, que logró meter el tercero sin mucho esfuerzo. Un concejal que, pocos tienen dudas, jugará un juego aparte en esa mesa legislativa.

Morer sabía que perdería, o tal vez fue el único que realmente se entusiasmó con el cambio de írides, el Photoshop, una campaña más que bien hecha (frente a una mala del oficialismo), golpes bien asestados para agrandar la grieta de la interna peronista y mucho, mucho trabajo. Estuvo muy cerca. Pero no alcanzó. Y aunque Orlando Arduh, Jefe de Campaña, debe haberle asegurado algún porvenir en algún lado, está claro que en Alta Gracia, por lo menos por un buen rato, Leandro Morer ha terminado su carrera.

Y no pocos correligionarios están levantando una copa, por eso, mientras que otros se preguntarán que hubiese pasado con unos días de campaña demás o con Amalia Vagni encabezando la fórmula.

En todo caso, la UCR tiene que replantearse una renovación urgente en la dirigencia, porque cuatro años pasan volando.

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