El jueves y viernes de la semana pasada, un grupo de muralistas trabajó en una de las paredes del Centro Vecinal de bario Sur, ubicado en calle Concejal Alonso al 300. Se trata de una de las intervenciones que anuncian y preparan “Alta Gracia se pinta”, el Primer Encuentro de Muralistas previsto desde el 25 al 28 de Mayo próximo.
Dario “Daro” Moyano, Fernando Gómez, Esteban Garbi (Golo), Vale Volando, Agustina Romé, entre otros forman el colectivo de artistas de Córdoba, Alta Gracia y Anisacate que llenarán de colores, narraciones y mensajes, las paredes de algunos sectores de la ciudad. La temática, según advierten los responsables, es la cultura nativa.
“Tienen excelentes proyectos, y por eso les dimos toda la pared del costado para que trabajen. Estamos muy contentos con ésto”, subrayaron desde el Centro Vecinal.
Paredes que hablan
El origen del muralismo. Como arte político y social, nació en México a principio del siglo XX, cuando un grupo de artistas e intelectuales buscaron una manera de contar el régimen de Porfirio Díaz y la Revolución Mexicana.
Era imperioso poder llegar a las grandes masas, con mensajes impactantes, simples, que usaran el color y el trazo como palabras fuertes. Debían encontrarse en la vía pública, en paredes intervenidas y ser visibles y comprensibles por todos, inclusive para quienes no sabían leer.
Así, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco daban vida a un movimiento artístico maracará la historia de la cultura popular latinoamericana: el muralismo.
Cuando Siqueiros llegó a nuestras tierras, exiliado e invitado por Victoria Ocampo, en 1932, Natalio Botana director del diario Crítica, le ofreció intervenir los muros del sótano semicilíndrico de su quinta, para llevar a cabo la famosa experiencia muralista del mexicano en la Argentina. Siqueiros realizó lo que él mismo denominaría el único mural no revolucionario de su trayectoria artística, el “Ejercicio Plástico” con la colaboración, nada menos, de los enormes artistas argentinos Lino Enea Spilimbergo, Antonio Berni y Juan Carlos Castagnino.
De la mano de ellos, el muralismo se instauró como una verdadera revolución del arte, que a menudo se potencia con el contexto geográfico y social de sus ubicaciones.
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