Sociedad

¿Se puede reordenar la Festividad de la Virgen de Lourdes?

Otro año más, la Procesión de la Virgen de Lourdes fue el blanco de las polémicas. Y no solo por el desafortunado domingo donde los inspectores municipales y gente de Defensa Civil brilló por su ausencia, sino también porque, al parecer, a 100 años de la festividad, nadie puede “ponerle el cascabel al gato”. Esta fiesta que originariamente tuvo que ver con circunstancias religiosas, hoy por hoy es compartida de manera casi igualitaria por actividades de carácter profano y también turístico. Hecho éste que, sin dudas, modifica la mirada que las autoridades deben tener sobre el tema.

El perfil de los participantes, que es de los más variopinto, lo demuestra: bajo el mismo nombre de peregrinos o promesantes se aúnan desde los que descalzos, arrodillados recorren parte del recorrido en un evidente y manifiesto sacrificio, hasta los que tienen a la fecha en su agenda como un evento familiar, que los identifica en cuanto comunidad. Es así que por el asombro algo ingenuo de muchos, entre las miles y miles de personas, llegan a nuestra ciudad los que aparentemente y según los comentarios más comunes “ vienen a pasar el finde”. La cuestión de fondo, sin embargo es otra. Los fieles, con su propia concepción de religión, seguirán viniendo. ¿Qué hacemos nosotros, mientras?

¿Religión vs. Estado?

La Iglesia apoya este tipo de manifestaciones religiosas, porque claramente no son solamente expresiones de fe, sino porque también ayudan a reavivar el mensaje evangelizador. En tanto el Estado, que tiene que garantizar ciertas normas de seguridad tanto para los peregrinos, como para los vecinos, implementa operativos que, de salir bien, tienen un claro retorno en términos políticos.

Si está claro que no se puede cambiar la naturaleza de una fiesta popular, sobre todo las que arraigan en las manifestaciones religiosas, sería bueno pensar realmente qué se puede hacer para que la peregrinación no adopte este aspecto de “invasión ”. Se habla de operativos para los fieles, dando pautas de cómo se procederá a contener a la “columna de gente”. Tal vez haya llegado la hora de asumir que esta recurrencia, que tiene mucho de espontáneo, es parte de lo que nos pasa a todos en la ciudad y, por lo tanto, debería implicar una participación activa de todos.

Si bien hubo a lo largo de estos años -y siempre detrás de los errores- tibias manifestaciones en relación a distintos cambios que se podría llevar adelante, no prosperaron. En la última semana el concejal Roberto Urreta, en tanto, adelantó que tiene pensada una ordenanza para prohibir el alcohol, consumo y venta, durante la procesión y la feria de la calle Bútori. ¿Sirve? ¿Evitará que la gente acampe? ¿Que venga y se quede para el asado? ¿Que ponga música?. Seguramente para prohibir hay que incorporar el evento, para luego direccionarlo.

Algunos cambios
Asumirlo es, por ejemplo, tener un camping de notables dimensiones, equipado, ya sea en el parque García Lorca tal cual está, o en dependencia de las Carmelitas Desclazas (es decir en el mismo predio donde se realiza la festividad),o en otra zona de la ciudad donde los visitantes deban concurrir de manera exclusiva. Baños, un lugar recreativo y puestos de salud dentro del mismo sitio. A partir de esas mínimas condiciones que evitarían el amontonamiento a la vera del arroyo o en el parque mismo, se podría avanzar sobre la Feria de Butori, que muchas veces se ha acusado de ser la causante de algunos desmanes que se producen en la zona. Como ya se dijo anteriormente, asumir como propia la festividad religiosa, es comenzar a pensar a cómo mejorarla, qué producto vender, qué propuesta estética tener. Por último, el Estado podría más bien participar de la Fiesta, en vez de poner simples paños o mirarla desde la vereda de enfrente como algo que se debe controlar simplemente, y para ello se le dedica solo una semana o 10 días antes para la organización.

Ellos pueden.. ¿y nosotros?

Las grandes procesiones del norte del país, que llegan a incluir a unas 800.000 personas ( y operativos de 4000), encuentran a las autoridades locales, tanto religiosas como estatales, encabezándolas con un espíritu de solemnidad que claramente ayuda a evitar el desbando. Además, en cada lugar, hay circuitos claramente establecidos para que los fieles lleven adelante su procesión de fe sin modificar hábitos y costumbres de los ciudadanos; es decir, incorporan la fiesta como propia y a partir de ahí, llevan adelante de manera más organizada distintas actividades que hacen a que la fecha se viva como lo que es, una fiesta religiosa que no solo forma parte de la historia de la ciudad; sino que también identifica a Alta Gracia en el país y el mundo.

Un camping usurpado, una pileta vacía y poco más para ofrecer

Para que se materialicen los cambios hay una serie de elementos y situaciones que deberían modificarse. Entre ellas una realidad que se vive desde hace más de 10 años en el camping municipal. Un empleado (que fue ubicado allí junto a su familia desde hace más de 10 años durante el gobierno radical) permanece ocupando la vivienda que se extiende sobre varios metros del parque. Si bien su principal función es la de cuidar el sector, es poco lo que se realiza en este camping desde hace bastante tiempo. Asadores rotos, conexiones clandestinas en árboles y piso y un espacio que se encuentra al libre albedrío hacen del camping un lugar casi imposible de recomendar para los cientos de visitantes que llegan cada 11 de febrero. “La solución está en la concesión”, dijo un funcionario hace algunos meses cuando tanto la pileta olímpica como el camping se dieron en licitación; una licitación que duró solo algunas semanas y que se cayó cuando la empresa que en ese momento ya tenía a cargo el predio, desistió del contrato y su seña al notar que la gente que usurpa la zona lejos estaba de irse del lugar. Sin un ámbito propicio para otorgar a los visitantes, una pileta que durante los días de la procesión estaba vacía y con niños jugando en su interior, instalaciones colapsadas y la ausencia de un circuito delimitado para que los fieles transiten, se hace prácticamente imposible hacer un programa que contenga y sobre todo acompañe una de las fechas más importantes de la ciudad. La fiesta es presentada turísticamente como uno de los atractivos más importantes de Alta Gracia; sin embargo aún no fue diseñada.

Mostrar más
 

Noticias Relacionadas

Comentarios:

Botón volver arriba