«Relatar lo que pasó, de nuevo, me tiene aún en shock. Leí que en todos los medios se hablaba de un intento de robo pero no fue eso, se trata de un pervertido, ya que no atinó a sustraer nada, sino que me tomó por atrás del cuello y quería hacerme ingresar al depósito» comienza la sobreviviente, el relato del horror.
Según su crónica, el sujeto ingresó tres veces al local. Primero a las 10.30 horas y ella se encontraba atendiendo gente, lo vio y notó algo raro en su mirada, no era un cliente habitual ni de la zona. Lo atendió y volvió una hora después. «Entra directo y ve la puerta del depósito abierta. Me apunta hacia un sector del negocio donde hay productos para reponer, que ya están expuestos en otra parte del local, me dice: ´preparame de eso´. Le explico que ´eso´ ya estaba expuesto en otra área y le pregunto específicamente que necesita. Vuelve a los cinco minutos y me pide de ´esa harina´».
Y continúa: «Lo notaba nervioso y titubeaba mucho. Yo intuía que algo iba a hacer, por eso trataba de no darle la espalda y estaba todo el tiempo alerta. Cuando estoy buscando el producto para pesarlo, me toma por la espalda e intenta llevarme hacia atrás, donde está del depósito».
«Yo gritaba y él intentó taparme la boca con el antebrazo, entonces ahí lo muerdo y deja de hacer tanta fuerza, me libero, me empuja y no me caigo. Sigo gritando y pido ayuda, salgo detrás de él».
El hecho ocurrió en pleno centro de Alta Gracia, el martes 8, durante la mañana. Por ello, justo en el semáforo, doblan dos policías en motocicleta que observan lo sucedido, persiguen al agresor y lo detienen.
«Jamás lo había visto ni en la zona ni en el comercio. No tenemos amigos comunes en las redes sociales, es de aquí de Alta Gracia, tiene 26 años. Vivo en Alta Gracia desde hace seis años y me vine porque me enamoré de la tranquilidad»
«No les puedo explicar en estos momentos lo que sentí, siento que salvé mi vida, literalmente. Pensé que nadie me veía, que nadie me escuchaba. No sabía si exponer el video. Espero que les sirva a las mujeres para que estén atentas, para que nos ayudemos entre nosotras. Las víctimas no tenemos la culpa. Las mujeres muchas veces tenemos miedo a denunciar por vergüenza, porque siempre se nos señala a nosotras» expresó la mujer.
«El dolor se te pasa -me dolió la boca todo el día por la fuerza que hice al morderlo- pero el miedo, esa sensación, no sé cuando se va a ir. Desde mi vivencia, ojalá esto sirva para concientizar a otras mujeres, que no tengan miedo y que estamos para acompañarnos» concluyó.
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