
Linternas, ropa deportiva, cuchillos, juguetes, fotografías con la llama autóctona (de la puna, claro), protectores de celulares, golosinas, ropa interior, anillos, relojes, palitos para selfies, bolsos, carteras… todo. Absolutamente todo puede conseguirse en las carpas instaladas en entre Brasil y Dallinger, dándole una poco elegante bienvenida a los concurrentes a Colectividades. Es una verdadera romería de reventa callejera que a todas luces carece de grandes controles como no sea el canon que antes de instalarse deben pagar los comerciantes.
(Casi) todos ponen
“Acá nos cobran $ 6.000 por puesto. Si ocupás dos espacios, pagás el doble. Por ese canon te brindan la luz y la estructura de carpa”, declaran los puesteros, que aseguran que “este año está duro recuperar el dinero porque hay sobreventa de puestos, hay mucha competencia y encima están los manteros que no pagan y te quitan clientes”.
La gente transita con dificultad entre los puestos, los vendedores ambulantes, la mercadería expuesta en todas partes y la escasa vigilancia policial. A las claras se ve que la mayoría de las personas que circulan por la zona se notan incómodas, como buscando una salida que los conduzca al predio propiamente dicho.
De solución a problema
La feria callejera surgió hace años como una alternativa para los comerciantes y artesanos locales, posteriormente la idea original se distorsionó y fue derivando en la instalación de puesteros de otras ciudades. En algún momento su traslado a la Plaza Mitre en un fallido intento de reubicarla mereció muchas críticas y se recuerda como «la colectividad rica, y la colectividad pobre».
Hoy, varias cuestiones confluyen en este tema: la necesidad de recaudar por parte de la organización, la gente que precisa trabajar, los intereses indefensos del comercio local y la fiesta en sí misma, que está urgida de un orden callejero que hoy no tiene.
Decisiones desacertadas
Para la actual comisión organizadora del Encuentro de Colectividades, este debería ser el último año de los carperos ubicados sobre Boulevard Alfonsín: “La idea no pasa por erradicarlos, sino trasladarlos a otro sector, reubicarlos”, dijo a RESUMEN el presidente Luis Risso; sin embargo es una decisión que deberá rever el próximo presidente, que aún se desconoce quien será. La iniciativa planteada está basada en que el boulevard es la puerta grande de ingreso al predio, que la feria de ambulantes da una imagen distorsionada de lo que es la fiesta en sí, y debería encontrársele otro lugar; sin embargo se ubique donde se ubique la feria, seguirá siendo un sector donde convivan los negocios poco claros, la inseguridad y el hacinamiento de niños y adultos durante las 24 horas del día.
Es importante señalar que la venta ambulante en la ciudad está prohibida por ordenanza, y que solo se hacen excepciones en Colectividades y la peregrinación de la virgen de Lourdes. La mayoría de los concejales han manifestado su «preocupación» por este tema, pero nunca han realizado una presentación formal en el recinto del Concejo dando a conocer la problemática y planteando la necesidad de una solución urgente; es más, a muchos de ellos se los ve visitando la feria y realizando una que otra compra.
El enojo de los comerciantes locales que han dado a conocer en todos los ámbitos donde pueden, la llamativa inacción del Centro de Comercio que jamás ha fijado posición al respecto defendiendo los intereses de los comerciantes a los que cobija e iniciativas acomodaticias (como la de la actual comisión de colectividades) están lejos de resolver el problema de fondo.
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