Los puesteros que se ubicaron a la vera de la calle Pedro Bútori durante la festividad de la Virgen de Lourdes le pusieron toda la garra, pero no alcanzó. Mucho trabajo, mucha inversión, y poca venta.
«La lluvia hizo que viniera menos gente, y encima iban hasta La Gruta y se volvían enseguida a sus casas para no seguir mojándose. Otros años la gente aprovecha para pasar el día, y consume mucho más», se quejó amargamente un feriante.
Si a la lluvia le sumamos que la situación no es precisamente la mejor, aquellos que apostaron a hacer una diferencia con la procesión, en muchos casos vieron frustradas sus expectativas.