Los relojes en el salón de sesiones del Concejo Deliberante marcaban las 10 y 15 de la mañana de un miércoles ya no sería común y corriente. Un pequeño retraso en el horario estipulado, pero por lo demás, todo perfecto. La mesa preparada, los fotógrafos que no se cansaban de retratar a ese hombrecito ochentón de impecable traje gris que, bastón en mano, avanzaba hacia el recinto rodeado de familiares, amigos, pacientes. Todo estaba dado para que se vivieran momentos muy especiales, casi irrepetibles, en un sitio acostumbrado a la polémica, la pelea o la chicana.
No sería éste el caso. El homanejeado era Pedro Polacov. El “médico del pueblo”, como lo definió la vecina que dio el puntapié inicial al reconocimiento presentando una nota que desempolvó hace poco la concejal Ferrari. “El Ángel de los niños”, como alguna vez se nos ocurrió nombrarlo para que ese apodo terminara quedándole para siempre.
El médico, el hombre
Nadie que se detenga a repasar el currículum profesional del Dr. Pedro Polacov podrá entender su humildad. O tal vez si, porque los grandes de verdad tienen la humildad como bandera. Tal cual lo dijo la concejal Daniela Ferrari en su exposición: “se reconoce al profesional médico, pero por sobre todo, al ser humano”. Entonces, no fue tarea complicada recorrer las miradas de los presentes. Prácticamente para todos los que allí estaban, el Doctor Polacov significaba un capítulo importante de su vida. Y para muchos, esa relación médico-paciente se trasladó a sus hijos.
Médico de dos o tres generaciones de altagracienses, al final de la ceremonia no dudó en hablarle a los presentes. Y como no podía ser de otra manera, Pedro agradeció. Por el reconocimiento, por haberse acordado de él, por el homenaje. Como si fuera él quien debiera estar agradecido, y no los vecinos que lo han querido y lo quieren, que lo respetan, lo estiman y lo buscan cada vez que un niño está sufriendo. Así es Pedro, así lo fue toda su vida.
La ceremonia
A la gran mesa de debate se sentaron los concejales de ambos bloques. En la cabecera, a la derecha del presidente, estaba Pedro Polacov. A su lado, el intendente Facundo Torres. Todos de pulcro saco, lo que no fue mella para que en plena apertura de sesión, Pedro le preguntara al intendente por la salud de su pequeña niña (si hace falta decirlo, también paciente de Polacov). “¿Está bien tu hijita”, le dijo por lo bajo. Genio y figura, médico siempre las veinticuatro horas del día, toda su vida. Como dijo el concejal Germán Rodríguez: “nos alegramos que haya dejajo el consultorio un rato para estar con nosotros”. Es que a sus 81 años, Pedro sigue trabajando y curando y atendiendo niños como en los sesenta, cuando inició su carrera de médico en la vieja Clínica Lister y en el viejo Hospital de Niños de la ciudad de Córdoba.
“Es su vida, es feliz haciendo esto y esto lo mantiene ágil, con la cabeza puesta en seguir estudiando y atendiendo chicos todos los días”, nos cuenta Carlos, su hijo menor muy emocionado.
Habló la concejal Ferrari, leyendo el decreto ordenanza correspondiente. Pidió la palabra el edil Rodríguez. Habló el vice intendente Juan Manuel Saieg para dar cuenta de “que el afecto debe demostrarse en los actos diarios, y de ello, Pedro Polacov ha dado muestras durante varias décadas”. Llegó el turno del intendente, y Facundo Torres no fue menos. Primero felicitó a los concejales por abocarse al proyecto que se estaba cristalizando. “Pedro hizo su vida en Alta Gracia, dedicó su vida a la medicina con mucha contracción al trabajo, y sigue haciéndolo actualmente.
Es una persona ampliamente conocida y respetada en la ciudad, y el Concejo Deliberante ha hecho muy bien en nombrarlo Ciudadano Ilustre”. Por otra parte, el intendente destacó que momentos como el que se estaba viviendo era uno de esos hechos que “le hacen bien a la ciudad”, a la vez que mencionó a la familia, de quien dijo que “es toda una familia, generación tras generación, dedicada a la sociedad”.
Entrega de plaquetas, diplomas, fotos, aplausos, y en la sala del Concejo la agradable sensación de emociones sinceras para con un hombre que tanto le ha dado a la ciudad.
Y Pedro habló
Sacó del bolsillo derecho de su saco una pequeña hoja escrita seguramente la noche anterior. Prolija, como es él. No con muchas palabras, pero sí llenas de agradecimiento, emoción y recuerdos. “Me da mucha felicidad que ustedes, funcionarios y personas de Alta Gracia, valoren los esfuerzos de mi trabajo realizado en los 56 años que vivo en esta ciudad. Esto me genera un sentido más alto de pertenencia y de responsabilidad, tanto en mi profesión como médico, como también de vecino de mi querida ciudad de Alta Gracia, de la que me siento orgulloso”, inició Polacov con la lectura de su mensaje.
Dedicó el reconocimiento a su familia, “y a mi querida y amada esposa Clarita”. Es que su compañera de toda la vida no podía estar fuera de este momento tan especial para él.
Eran casi las 11; la mañana ya no era la misma. Los políticos se pusieron luego la pilcha de concejales, debatieron y discutieron. En el aire quedó la hermosa sensación de que se había hecho justicia.