Oriti dejó esta dimensión a los 92 años, la semana pasada, tras padecer una neumonía, «para tocarle el bandoneón a algún angelito» manifestó su hija, María Ester Oriti, a RESUMEN.
Nació en 1929 en la ciudad de Rosario de la provincia de Santa Fe y «los largaban a trabajar de chicos porque había que ayudar en la casa» comienza María Ester. Vendía pastillas en la puerta de la Terminal y siempre miraba con curiosidad a un hombre que tocaba el bandoneón. A sus doce años, decidió no entregarle a su mamá toda la recaudación sino ir ahorrando unas monedas cada día para poder comprarse el propio. Y más tarde, ya con su instrumento, un vecino le enseñó a tocarlo.

Ya de grande comenzó a vender cartones de lotería y nombró el local como «Toc-Toc la suerte llama a tu puerta». Entró a trabajar en el Ferrocarril y en 1958 pide el pase a Alta Gracia, ya que su hija-quien relata la historia-tenía problemas en los bronquios y se muda aquí con su familia.
Ingresa a trabajar en el Hotel La Quinta de los empleados ferroviarios, que se encontraba en la zona de Libertador y José Hernández, donde actualmente está la Calesita Bebelandia, el Correo, la cancha de paddle y el colegio Normal Superior de Alta Gracia. Allí fue administrador durante diez años. Paralelamente, forma la banda el «Quinteto de Alta Gracia».
En 1968, cierra el hotel y alquila uno de los locales de adelante del Cine Teatro Monumental Sierras-recién inaugurado- donde ahora se encuentra la Sala de Muestras de Arte, para vender quiniela y revistas. Y decide llamarlo igual que su local anterior: «Toc-toc». «Hasta que en 1985, fallece mi mamá y él deja de ir a trabajar y comienza a delegar en sus hijos. Yo continúo con el negocio familiar, incluso hoy trabaja mi nieto».
Oriti en Japón
Luego «nos sorprendió a todos, ya que en los ´90, comenzó a viajar. Un día nos dijo que había sacado un pasaje a Japón y se fue a alentar la selección, sabiendo que allá son fanáticos del tango. Llevó dos bandoneones para vender uno, sin embargo, le alcanzó solamente para una semana de estadía. Entonces se fue hasta la embajada para pedir asilo. Allí hablo con el embajador, que justamente era nieto de un conocido cantante de tango, quien le preguntó: ´¿sabés cocinar?´ ´sí´ respondió Oriti y lo invitó a la casa y lo tuvo ahí un mes de invitado y tocó para una fiesta de la embajada».
El «Maradona del Bandoneón» en Francia, Alemania y Cuba
El artista se fue a la puerta del hotel de los jugadores para tocar y hacerles el «aguante». «Como no pasaba nada en el mundial porque le fue mal a Argentina, los periodistas de todos los medios nacionales le hacían notas a él que estaba en la puerta y así se hizo famoso. Lo mismo pasó en Alemania».
En Cuba, traspasó la guardia de Fidel Castro, alegando haber sido amigo del Che y le entregó un cassette con su música grabada a Castro. Lo acompañaba siempre un cartel que lo había hecho don Monqaut-padre de la locutora Gabriela Monqaut- que decía: «El Maradona del Bandoneón de Alta Gracia al mundo».
Últimos días
«Ya estaba viejito y le dolían las articulaciones, así que ya no tocaba. En su último cumpleaños se acercó Eduardo Ortíz, quien tocó para él y se sacó la foto con el bandoneón encima. Quería que lo enterráramos con su instrumento, pero como fue diagnosticado con covid no pudimos hacerlo. Lo llevamos porque tenía baja saturación en oxígeno y finalmente lo dejaron internado aislado con neumonía, no lo pudimos ver más. Nos quedamos con el mejor recuerdo de él».
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