Murió el abuelo paracaidista: tenía 97 años, saltó hasta los 95

El cielo se quedó sin uno de sus más asiduos visitantes. Carlos Roque Beltrán, el abuelo cordobés que venció a las alturas y sumó más de 1.250 saltos en paracaídas a lo largo de su vida, falleció el viernes pasado, a los 97 años.

«Soy feliz allá arriba. Me siento un poco más libre que en tierra… es como si conquistara el mundo”, le había dicho a Clarín en una entrevista. Don Beltrán no era un paracaidista más. A los 24 años, hizo su primer lanzamiento y nunca abandonó su máxima pasión. Decía que cada salto al vacío solo podía compararse “con robarle un beso a una chica”.

En plena Segunda Guerra Mundial, integró la primera camada de la Escuela de Tropas Aerotransportadas, creada por el Ejército Argentino. «En 1943 vi un aviso en el diario en el que convocaban a sumarse a la primera división de paracaidistas. Fuimos 250 hombres, de los cuales quedamos seleccionados 60 para la experiencia. El Ejército había decidido crear un cuerpo de tropas aerotransportadas, basándose en la invasión del ejército nazi a la isla de Creta, ocurrida el 20 de mayo de 1941. Allí participaron unos 5.000 paracaidistas. Entonces el Gobierno argentino, al ver esa experiencia, decidió poner en marcha la Escuela de Tropas Aerotransportadas”, le contó Carlos Beltrán a este medio.

Trabajó como capacitador en la Fuerza Aérea, fue director del Museo de Tropas Paracaidistas de la Cuarta Brigada, y se convirtió en un precursor del paracaidismo deportivo en el país. Nunca se alejó de esta actividad, incluso cuando llegó a una avanzada edad.

En 2010, para festejar sus 90 años, subió a una avioneta y al llegar a los 914 metros se lanzó al vacío. “Fue una sensación hermosa”, dijo Beltrán una vez en la tierra. Abajo lo esperaban su esposa, sus cuatro hijos, doce nietos y diez bisnietos.

Dos años después, se tiró en paracaídas desde más de 3 mil metros de altura. Un instructor lo acompañó en el salto, que tuvo 30 segundos de caída libre y unos 8 minutos de planeo hasta que pisaron tierra. La experiencia fue tan buena que al año siguiente, cuando cumplió los 93, Beltrán volvió a saltar desde una altura similar.

Cuando saltó por última vez tenía 95 años de edad; fue en Alta Gracia, Córdoba. Según lo informado por el diario La Voz del Interior, hasta la década pasada cumplía tareas como instructor de montaña, pero en sus últimos años se dedicó más a su hogar junto a su segunda esposa, María del Carmen.

Don Beltrán no fumaba, ni tomaba alcohol. Además de volar, hacía montañismo y canotaje. Hasta colgar la ropa en la terraza de su casa lo transformaba en un desafío, ya que tenía una palestra en la pared y en vez de subir por la escalera lo hacía trepando. A este fanático de la adrenalina solo le quedó una misión por cumplir: «si llego a los 100 años me tiro otra vez”, había prometido.

Fuente: Clarín

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