Maxi, un adolescente con Síndrome de Asperger, participa en de un proyecto inclusivo y de integración en la Carpa de Desarrollo Emprendedor en el predio de Colectividades.
El estudiante de quinto año, para superar algunas dificultades de motricidad fina, se dedicó a actividades artísticas como, por ejemplo, el modelado en barro que pudieran, entre otras cosas, hacer confluir sus energías y mejorar su capacidad de concentración. Hace un tiempo atrás, movido por mucha pasión, decidió dedicarse al origami, el arte oriental de creación de figuras tridimensionales con papel. En el transcurso de la Fiesta, vende su obra en la carpa compartida, para recaudar fondos para comprarse un piano.
Maxi, de hecho, es un apasionado de música y además toca la guitarra y la flauta contralto tenor.
“Siempre tuvo problema de motricidad fina, sobre todo para escribir. Por eso, desde chico, se crió jugando en casa con distintas actividades que involucraban barro, arcilla, plastilina, recortar papeles etc. Hace unos cuatro años atrás empezó con los origamis. De a poquito, porque el principio le costó, mucho. Con mucha pasión y dedicación, se pudo a ver tutoriales de youtube y gastaba resmas enteras de papeles, tratando de sacar las primeras figuras. Una vez que logró con la primera, no paró más”, explica Myriam, la mamá de Maxi
El stand tuvo mucho éxito, sobre todo porque Maxi se quedó realizando noche tras noche las figuras frente a sus clientes. Algunos se detenían a mirar cómo el chico se esmeraba en la técnica oriental y muchos otros además compraron sus obras de arte en papel.
La importancia de la inclusión de Maxi en la carpa de emprendedores, no se limita a la posibilidad de juntar el dinero para adquirir el piano, sino que fue una experiencia de inclusión real, codo a codo con otros microemprendedores y en un evento multitudinario: “La inclusión es eso-agrega Myriam- que Maxi pueda hacer exactamente lo mismo que los demás, junto a los demás”.
(foto Martha Moreschi)