Cultura

Matías Factorovich expondrá en Barcelona

Matías Factorovich se encuentra en Barcelona temporalmente, donde hará exposiciones en distintas galerías.
El reconocido artista de nuestra ciudad nos cuenta su vida en la residencia con otros artistas de diferentes partes del mundo. Algunos exiliados, amenazados y perseguidos en sus países por tener ideales diferentes y revolucionarios.

Sobre el artista

Matías Factorovich es sin dudas uno de los artistas de Alta Gracia con más trayectoria y exposiciones. Algunas de sus obras forman parte de colecciones privadas en Sudáfrica, Swaziland, España, Estados Unidos y Argentina. Fue un adolescente mimado de la movida cordobesa de los ’90, que se animó a romper con los paradigmas.

Luego se vinieron los viajes por el mundo. Empezando por América del Sur, hasta la experiencia africana. A los 19 años se fue por segunda vez a África y permaneció en una tribu: “En esa época viajaba con mi plumín y tinta china. Allí es donde comprobé el dialogo maravilloso de la naturaleza. Fue un despertar y todo eso aún hoy sigue siendo el susurro que me mueve la mano y el corazón” describe el artista multifacético. Y desde allí Europa, Madrid, en donde expuso, ilustró y entró en el mundo del teatro. Su actividad fue continua, acá y allá lejos, entre instalaciones en el Centro Cultural Recoleta, Casona Municipal de Córdoba y una participación en el “Ethical Fashion Show” con accesorios de moda ética, en Caroussel du Louvre en París.

Experiencia en Barcelona

«Las residencias funcionan en general como espacios de resistencia. Los intercambios humanos están centrados en valores económicos, por eso la capacidad del arte es el intercambio simbólico, el amor al prójimo, la libertad de expresión, el valor a lo intangible. Para la residencia que realice en Barcelona, fui seleccionado con un proyecto sobre éxodo. Mis parámetros de éxodo o exilio quedaron pequeños al llegar a España, donde la situación de inmigración africana principalmente, tanto árabe como negra, es estremecedora. Mi visión se torno mas dramática. Las historias de estas personas que huyen de países en guerra, de países vaciados, de países rotos me quitan el sueño. Miles de personas mueren cruzando el desierto o en alta mar. La directora de mi primer residencia Jiwar, Mireia Estrada, tiene una mirada tan generosa y compasiva que es conmovedora. Acoge artistas exiliados, perseguidos. Ennoblece sus formas de arte, abriendo a la sociedad la humanidad de estos seres sin tierra. Compartí mi estadía con un fotógrafo de Bangladesh, quien fue amenazado por hacer un registro de la vida homosexual en su país. Mi mayor afinidad fue con Ngendo, una artista visual de Kenya, quien sufre la discriminación por ser negra, casi un absurdo, pero el ideal blanco es una enfermedad social en su país.

Durante el primer mes mi trabajo fue seleccionado por la fundación Valparaíso, quienes me dieron una beca para residir en Almería y continuar produciendo. Lo interesante de ser artista itinerante, es ver como lo personal interactúa con otros mundos.

Me queda una semana mas en Almería y luego vuelvo a Barcelona, donde tengo proyectada una muestra en otra galería de arte y un trabajo pictórico en conjunto con un artista italiano.

El mayor impacto del movimiento humano me lo generan los rostros de los niños. Imagino ese pequeño universo interno pervertido por el que tiene la posibilidad de generar hambre, de matar familiares, de bombardear cunas, de quebrar almas. Creo que nunca podre dejar de pintarlos, sus lágrimas en nubes de polvo, sus temblores.»

Matías además, está gestando un interesante libro que recorre las distintas construcciones del siglo XX. En el cual se destaca el estilo arquitectónico a medida que el tiempo fue transcurriendo.

El libro cuenta con el apoyo de la municipalidad y la participación de destacados profesionales. Se trata de construcciones públicas y privadas, con estilos definidos o híbridos arquitectónico

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