El próximo sábado a las 21 el Tajamar vuelve a cobrar el protagonismo al que ya no estábamos casi más acostumbrados.
Un equipo de más de 80 artistas, coordinados por Martín Lapidus y Curro Bossi, está preparando la apertura de temporada 2016-2017, que tiene algo muy particular. Es un evento absolutamente inédito para nuestra ciudad en cuanto a su armado, su desarrollo y su narrativa, pero a la vez es en espectáculo retrospectivo sobre nuestra historia e identidad.
Y empieza desde lo más lejos, nuestra componente indígena. Mampa significa agua que corre en la lengua comechingona y sanavirona. Martín Lapidus, artista, diseñador, actor y cantante de nuestra ciudad explica que justamente la idea de un fluir del agua contiene esos conceptos que serán plasmados en música, baile, actuación, luces, telas. Por un lado la idea de historia como un devenir. Por otro, la naturaleza que nos rodea y la lengua de nuestros primeros ancestros.
La idea nace justamente de la voluntad de volver a utilizar al Tajamar que es un emblema de la ciudad desde un punto de vista histórico y arquitectónico pero además como un punto de encuentro. Crear un evento entonces que homenajee a nuestro pequeño grande espejo de agua y a la vez que sea un recorrido a través de la historia de nuestra comunidad. El desarrollo artístico arranca desde la identidad comechingona, un especie de ritual que abre todo un camino que transcurre luego por la llegada de los inmigrantes y hasta nuestra actualidad. En sí es un relato dramático, como una obra de teatro, pero cuyos actores principales serán bailarines y con una voz en off, que según la organización será una sorpresa.
El bailarín y coreógrafo Carlos “Curro” Bossi dirige todo lo que se relaciona con la expresión corporal y coordina un staff de bailarines que provienen de distintas academias de la ciudad, desde el ámbito privado hasta el Ballet Municipal. Hay profesionales reconocidos, alumnos, más jóvenes y con más experiencia. Un desafío que en un principio parecía complicado, pero según lo que el mismo Curro cuenta, se desarrolla en forma armónica y con mucho entusiasmo.
Ciertamente esto sienta un antecedente en cuanto a la posibilidad de armar espectáculos con distintos espacios artísticos de la ciudad que no sean la simple convocatoria a compartir un escenario, como una posta danzante, sino todos juntos, desde el armado, la idea y los ensayos. Un grupo nuevo, formado por distintas experiencias y trayectorias, pero que se funde para una noche en un homenaje para la ciudad.
Betina Chiacchio, Directora de Turismo, considera que esto representa un giro total con respecto a lo que se venía trabajando, por su relato pero por sobre todo por su despliegue creativo y porque trabajó en conjunto con la Comisión de Colectividades y el Gobierno de la Ciudad. No se trata claramente de una simple apertura de temporada entendida como promoción turística. Es un evento que invoca y convoca a toda la ciudad. Un festejo que además anticipa otro grande evento de nuestro verano, el XXX Encuentro Anual de Colectividades.
A este propósito Luis Risso, Director ejecutivo del Encuentro, subraya la importancia de este evento en cuanto homenaje de Colectividades a ese suelo que las vio nacer, a su gente y su cultura, pero también justamente a esa escenografía natural que fue el sello de la Fiesta por muchos años.
El relato urbano del Tajamar
Tal vez habrán escuchado, así como un relato de boca en boca, que debajo de las tierras del Tajamar yacen los cuerpos de los indígenas. Entre las creencias de la ciudad, existen algunos que aseguran que los espíritus de los comechingones se habrían molestado por todo ese trambusto de los festejos de Colectividades, una fiesta a la que no se sentía ni invitados ni convocados, tal vez para dar una explicación a tanta mala suerte metereológica.
Martín Lapidus recuerda esa cuento urbano, con algo de esperanza de que este que quiere ser un homenaje sí los convoque, pero no para las lluvias.