“Los Exploradores en vacaciones-Muestra de Arte Interactivo para niños”, que estuvo en la Casa de la Cultura desde le jueves al domingo pasado, fue un éxito rotundo en distintos sentidos.
Más allá de la gran concurrencia a los distintos talleres, según informan desde la Dirección de Cultura y en palabras de los mismo artistas, se generó una nueva relación entre arte, niños y ese espacio.
Los niños pudieron experimentar, ser ellos artistas pero en conjunto con creadores consagrados y con cierta trayectoria: un intercambio interesante que ubicó a los niños en el lugar de disfrutar y valorar la obra de arte pero también ser creadores, autores.
En diálogo con RESUMEN, Pablo Bisio, el curador de la muestra y un artista cordobés radicado desde hace años en Alta Gracia nos cuenta un poco acerca del desafío de proponer un formato tan innovador y de concebir de una forma más completa al arte para niños: “Invitamos a tres artistas cordobeses que vienen desarrollando una obra relacionada a la estética de los niños. Ernesto Ochoa que trabaja la escultura de madera con formas abstractas que a su vez generar idea casi infantiles, de Diego Galíndez que también se dedica a la escultura con personajes relacionadas al comic y Mariquita Quiroga que ahonda en una técnica de grabado. La idea era, a partir de estas obras, que disparen los talleres y me sorprendió la cantidad de afluencia de público a esas instancias sobre todo luego que para la inauguración no fue mucha gente”.
Una propuesta que nace desde la interacción entre los privados y el espacio público, que es una de las dinámicas que se está dando fuertemente en los últimos años, gracias a una accesibilidad y confianza distinta con la administración y el Estado en cuanto mecena de arte. “La gente a la vez estaba sorprendida con que el evento estuviese a cargo de la Municipalidad, hay un cierto prejuicio. Nosotros tuvimos una serie de reuniones con Adelina Coda y, más allá que hay una gestión mía desde el ámbito privado, fuimos trabajando en conjunto y con todo el equipo” afirma Bisio.
Uno de los artistas hizo unas bases para las esculturas y las donó a la Casa de la Cultura: eso se puede imaginar como una simple alegoría de un un puntapié para que ese espacio vaya adquiriendo una nueva dinámica.
Como a menudo pasa con el arte y más si se vincula a la espontaneidad de la infancia, se generó un momento inesperado, en un espacio esperado: “Los niños tenían a disposición una sala para dibujar sobre los cartones y terminaron interviniendo las paredes. Tomaron una sala para ellos, y entre ellos también había adutos. Nos asustamos en un principio pero nos encantó, además porque se hizo con materiales respetuosos”, cuenta entre sonrisas el curador.
Cómo lo vieron los artistas
Los cordobeses invitados, dejaron su interpretación de lo que sería esta experiencia para ellos.
“Explorador en el sentido de que se busca, pero en el arte, cuando se quiere hacer algo con nuestras manos, con lo que pensamos. Pero volvamos a la búsqueda, se indaga en cualquier lado, en las pantallas, en el celular, en los libros y revistas, en la plaza y en la calle, siempre va a haber algo por descubrir. Y cuando se lo cree encontrar se corre a dibujar a pensar a hacer, a disfrutar ese momento único y feliz”, afirma Ernesto L. Ochoa.
“Utilizando permanentemente transparencias, cálidos y fríos, con ellos logro las atmósferas necesarias para la contención de mis personajes. En cuanto a mis personajes son fragmentarias, ingrávidas y con espesor propio, a veces agregan cierta cuota de humor, las más de las veces protagonizan una situación mucho más esquiva e intimidante, pero siempre terminan por proyectar relaciones de una rara unidad al resto, influenciadas por la cultura del comic, la ilustración y los jugutes” describe Diego Galindez.
“Quiero abrigarme de colores, quiero reconocer todo tipo de texturas. Recuerdo a mí querido abuelo Luisito, que coleccionaba monedas y un día me enseño la magia del frotagge con una moneda, papel y lápiz; hoy después de tantos años aun sigo fascinada descubriendo las huellas y quiero compartir esa sorpresa. El grabado como sello, como huella como textura, tiene la magia del observar del tocar, de compartir”, afirma Mariquita Quiroga.
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