En el día de ayer, se conmemoró el Día Internacional contra los Trastornos de la Conducta Alimentaria. Entre los trastornos más conocidos se encuentran: la bulimia, la anorexia nerviosa, la ortorexia, el trastorno por atracón y la vigorexia. Esta fecha se escogió como símbolo de apoyo a quienes lo padecen y también de acompañamiento a las familias que rodean a estas personas. En este contexto, Todo Pasa habló con Yanina Davidoff, vecina de Alta Gracia, quien relató su transitar por esta enfermedad, sus comienzos y consecuencias, y la lucha que significó poder salir de ese círculo. “Empecé a los 16 años y, como toda adolescente, me veía gorda. En ese entonces no había mucha información, pero buscaba todas las formas posibles para perder peso. Yo mido 1.60, y en ese entonces pesaba 52 kilos. Llegué a pesar 22 kilos en un momento. Estoy agradecida porque yo la puedo contar, los que llegaron a este extremo, hoy ya no están acá”, dijo Yanina.
“Tuve tres embarazos. Con el primero la pasé bastante mal porque no engordaba y no sabíamos qué iba a pasar con la bebé. Por más que estuviera embarazada, sentía que no tenía espacio entre el bebé y la comida. Ninguno de los tres embarazos llegó a término. No engordé siquiera 4 kilos en 9 meses. En el último embarazo, hace 7 años atrás, empecé a estar muy mal. No podía comer. Un día de la nada me vi al espejo y me sentí terrible. Fue un golpe. Me dije “¿Qué me hice?”. Mi estómago no recibía nada, mis riñones no funcionaban bien, el hígado tampoco”, relató. Luego de esta situación, Yanina intentó buscar ayuda, pero no lograba encontrar un espacio donde atenderse. “Yo tenía toda la voluntad. Me había visto y había reaccionado, acepté que estaba enferma pero no podía hacer nada. No encontraba lugar donde tratarme. A través de un Juez, me internaron en una clínica neuropsiquiátrica en Córdoba, donde había un equipo que me ayudó. Estuve tres meses allí sin ver a nadie, y me dieron el alta pesando ya 35 kilos”.
Cabe aclarar que durante casi 20 años, Yanina sufrió esta enfermedad, que comenzó a los 16 y fue dada de alta a los 35. Su diagnóstico fue anorexia restrictiva, lo cual significa restringir al máximo cualquier tipo de ingesta, sólida o líquida. “Comía una cucharada de puré por día, y escondía la comida para que pensaran que comía”, dijo. Actualmente, con tantas campañas de concientización, la situación es diferente. Ahora la premisa es no opinar sobre el cuerpo ajeno, mientras que años atrás se opinaba todo el tiempo y de manera abierta sobre el otro. Sin embargo, se encuentra la contracara, donde hoy existen apps y grupos en redes sociales donde aconsejan u ofrecen “tips” para perder peso. “Hay chicas muy chicas aconsejadas por chicas grandes. No tienen conciencia de lo que están haciendo y de lo que les va a pasar. Me han contactado de muchos lados chicas que sufren esto. Es una enfermedad que no para. Si hubiera más contención, creo que no se llegaría a los límites que alcanzamos algunos”, expresó Yanina.
Por último, la vecina habló sobre cómo se encuentra actualmente, luego haber transitado tantos años esta enfermedad, y lo que le ha dejado esta vivencia. “Estoy de alta hace unos cuantos años. Estoy bien, sana, disfrutando de la vida, la comida. Pasé casi 20 años sin comer dulce de leche, por ejemplo. El único mensaje que puedo dar es que lamentablemente esto no se va a terminar, pero si puedo ayudar aunque sea a una persona que esté sufriendo o una familia que no sepa cómo manejarlo, ahí voy a estar”.