Sin dudas el pasado fin de semana no fue uno más para María Castelli. La solidaridad de la gente fue una caricia al alma para esta mujer que tiene metástasis triple por su cáncer de mama y que, hasta el momento, sólo había conocido trámites burocráticos e impersonales que la dejaron al borde de sus limitaciones, a tal punto que debió prescindir de la ambulancia que habitualmente la trasladaba hasta la ciudad de Córdoba para que se practicara su quimioterapia. “Una mano y un oído amigos”, tal cual expresa, fue lo suficiente para que se organizara una verdadera cruzada solidaria que no solo juntó fondos para su traslado, sino también llevó adelante la reconstrucción completa del hogar que comparte con sus dos hijas.
“Esta movida comenzó hace tres semanas cuando María me llamó para contarme de su enfermedad y decirme que necesitaba ayuda. Dio un gran paso abriendo su corazón y su casa para que podamos ayudarla. Surgió entonces la idea de mejorar su calidad de vida y comenzamos a juntar donaciones para hacer cambio de toallas, sábanas, ropa para sus hijas, etc; después surgió la idea de mejorar todo lo que respecta a su domicilio y empezamos a recuperar paredes, aberturas y a pintar. Se sumó la empresa Meditel (Personal) de Córdoba, Graciela Navarro (decoradora) dirigió todo lo que tiene que ver con la reconstrucción del interior, y un grupo de jóvenes de Recursos Humanos de la empresa trabajó con nosotros todo el fin de semana. Armamos empanadas y alfajores para juntar fondos. Acá somos todos iguales, todos somos uno”, sintetiza Graciela Cruz protesorera de Fundayt (Fundación para la Ablación y el Trasplante), que además participa de otras organizaciones sociales.
María, por su parte, con lágrimas en los ojos, agradeció todo “el milagro” que la rodeo durante sábado y domingo en su domicilio de calle Figueroa Alcorta al 400 de barrio Poluyán y manifestó: “Mi urgencia era todo. Hay que pedir ayuda, hay que hablar. Esta María tuvo una voz cantante al lado que se llama Graciela, pero cuántas Marías hay que no la tienen. Hay que luchar por ellas también, por aquellas que no son escuchadas y que mandan de aquí para allá y nadie resuelve nada”, relató.
Cruz, por su parte, agregó que además de los comercios que se unieron a la cruzada solidaria, el Decano de la Facultad de Agronomía donó los materiales para reconstruir el hogar: “Las ONGs podemos poner el corazón y tratar de solucionar, pero si el Estado no está presente es imposible. Es importante destacar además, que logramos que se bajen fondos nacionales para arreglar la ambulancia del Dispensario Nº 3. Necesitamos una ambulancia para trasladar a los pacientes oncológicos; es un derecho de la gente que debe ser respetado”, enfatizó.
La casa era un ir y venir de gente. Gente que cocinaba, que lijaba y que venía a colaborar comprando empanadas.
Todos por una causa, la causa que esta vez se llamó María. Afuera, en la calle, dos camionetas de una empresa privada que dejaban un fuerte mensaje “Hagamos que todo suceda”.
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