El municipio recibió una demanda millonaria hace pocos días a raíz de la clausura e inhabilitación de un comercio que funcionaba en calle García Lorca 500 de barrio El Golf, y de la que se desprenden varios capítulos y actores. La demandante es María Virginia Compagnucci, quien estaba intentando hacer funcionar “Le-Pou” en el edificio en el que anteriormente funcionaba “Lomas del Golf”, mediante un permiso que fue dado de baja en su momento. El escrito presentado por su abogado, Federico Bossi, hace referencia a “daños y perjuicios”, causados no sólo por la acción municipal (de clausurar), sino también por la de uno de sus funcionarios (quien firmó algunas de las habilitaciones), Duilio Cabanillas, y Rosana Maccari, quien cede en un primer momento su posición contractual.
Lo cierto es, que más allá del carácter de provisorio o definitivo de esas habilitaciones y la responsabilidad que le cabe o no al funcionario por otorgarlas, el conflicto en cuestión es una relación entre privados sobre la explotación de un salón que no podía llevar adelante determinados usos (salón de fiestas, espectáculos públicos, bar y pileta) debido a la superficie con la que cuenta; hecho que imposibilita estas funciones de acuerdo al POUT (Plan de Ordenamiento Urbano Territorial) que entró en vigencia a partir de 2012. Si bien en ese espacio funcionaron varios emprendimientos (Tobruk, Samantha, Sabotage, Gasolina, Sol y Luna, Buena Vista, entre otros), lo hacían con un permiso municipal anterior a la puesta en vigencia del POUT. Además, cada uno de los administradores, o locatarios, tramitaron su propio permiso municipal de acuerdo al emprendimiento que pretendieran llevar adelante en cada oportunidad; hecho que no habría sido realizado esta vez por Compagnucci, debido a que inició las actividades con el viejo permiso que le había sido concedido a Maccari, sin iniciar su propio expediente.
El terreno
El espacio en cuestión está enclavado en un terreno del que tiene la posesión el Golf, pero que se disputaba con el municipio a raíz de un viejo contrato en el que el club manifestaba tener los derechos. Sin embargo, y luego de una antigua disputa, el municipio y El Golf llegaron a un acuerdo por lo que el terreno contiguo quedó en posesión del municipio (el que se encuentra frente al Parque García Lorca) hasta el límite de la quinta Amaya (es decir, la construcción donde funcionó el emprendimiento en disputa). Más allá de que el club conserva la posesión, no debería alquilar o vender ese lugar, por lo que el contrato que un privado pueda hacer con el lugar pierde vigencia a raíz de esto. Un dato paradójico es que el actual presidente de El Golf, sería el cuñado de la demandante; es decir el hermano del esposo, reconocido empresario de la noche de Alta Gracia.
POUT o Le-Pou
La clausura definitiva se dio luego de que Compagnucci, en sociedad con José Granja, anunciaran la inauguración del lugar en las redes sociales bajo el nombre de fantasía Le-Pou (nombre originado por las supuestas trabas que el municipio ponía en el lugar y que lo imposibilitaba a funcionar a raíz del POUT), razón por la que los inspectores municipales desalojaron y pusieron la faja. Luego de esto, Granja presentó ante el municipio su propio expediente con un contrato apócrifo donde uno de los firmantes, era llamativamente “El Golf” mediante una firma que no tiene aclaración ni número de documento, y lo adjunta con las inspecciones llevados a cabo por Maccari. A raíz de que desde el municipio advierten las falencias y le niegan el permiso una vez más, Granja le da de baja a la sociedad donde solo queda Compagnucci.
Si bien no hubo declaraciones oficiales de parte del municipio por esta demanda (solo se conoció cierta sorpresa por lo solicitado), se supo que próximamente habría una respuesta judicial que podría dejar a la demandante sin los cinco millones de pesos y el viaje a Europa que solicitó a raíz de los daños morales que le habría ocasionado la inversión que hizo en el lugar y la imposibilidad de explotarlo.
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