El sábado a la noche la magia y el encanto de la tradición detuvo el tiempo en nuestra ciudad; la tecnología, saberes cada vez más a mano, entretenimientos audiovisuales más accesibles y un ritmo de vida cada vez más acelerado no parecen haber alterado el buen hábito de los altagracienses. Una multitud, que según los organizadores fue récord por lo menos en lo que va de los últimos 5 años, esperó a partir de las 21 horas las tradicionales carrozas. Ya desde el Monumento de San Martín, mirando hacia el centro, se podía ver a un sinfín de gente esperando. Los más chicos jugaban con espuma loca, corrían por las calles, y aprovechaban en familia.
En la plaza Solares se encontraba la mayor concentración de gente, en proximidad del escenario del pesebre. La espera pareció más breve que otros años en el que abundaron las quejas. Este año, la demora y la ilusión no se volvieron impaciencia y la falta de inconvenientes organizativos hizo que la noche se volviera un éxito.
Los Reyes junto con los carros del pesebre y los centuriones, partieron desde el Oratorio Salesiano en calle Tucumán, bajaron por La Plata, doblaron en Ituzaingó, subieron por Av. Libertador, tomaron Avenida Belgrano hasta la explanada del Museo de la Estancia Jesuítica, y después recorrieron calle España hasta calle Liniers. Desde ahí fueron hasta calle Concejal Alonso y nuevamente Tucumán con llegada al punto de partida. En todo el recorrido repartieron caramelos, se sacaron fotos y saludaron a los niños. En la explanada del Museo de la Estancia Jesuítica recrearon el pesebre de Belén, lugar de nacimiento de Jesús.
Una curiosidad: a las 21 horas todos los negocios tenían sus puertas cerradas en una noche con un movimiento turístico y local inusual. Quienes sí, supieron aprovechar, fueron los bares en los que no cabía un alfiler.
Cabe destacar que hubo recorrido y representaciones de Reyes en distintas localidades cercanas; Villa del Prado y Despeñaderos, entre otras.
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