Entre la creencia y el carnaval
Por Claudia Fernandez
Más de 200 mil personas recorrieron nuestra ciudad en los últimos 10 días. Durante el XXVI Encuentro de Colectividades hubo alrededor de 15 mil personas promedio por noche y luego, a sólo 48 hs del cierre, llegó el 11 de febrero, una fecha clave para los creyentes. De todas formas parece que algunos de los fieles estuvieron algo confundidos y pensaron que lo que se festejaba el lunes era sólo el carnaval… no señores… el lunes los cristianos recordábamos un año de más de la aparición de la Virgen María a Bernadette Soubirous. Guarden los silbatos, los refrescos y las pelucas, creo que es hora de rezar.
La peregrinación
Durante la tarde noche del domingo y parte del lunes llegó el grueso de la peregrinación, es decir gran cantidad de gente que emigró desde la ciudad de Córdoba a pie o en bicicleta hacia el Santuario de la Virgen de Lourdes. Hay quienes lo hicieron con la mayor de las devociones pero desgraciadamente siempre están aquellos que se embarcan en epopeyas que están lejos de sus propias convicciones. En el camino quedaron los resabios de varias horas de caminata: papeles, envases y botellas.
Camino al santuario
Al realizar la tradicional caminata hasta el Santuario pudimos ver (aunque la razón quería desviar la mirada) gran cantidad de puestos donde los fieles podían adquirir desde una pulserita de $10, hasta una estatuilla de la Virgen de Lourdes a $30; además campings improvisados en patios de las viviendas; cuidadores de motos sin autorización municipal; asadores con grandes parrilladas; diferentes tipos de música a alto volumen, feligreses tomando una cerveza a las 9 de la mañana; ponies y llamas esperando a los niños para las tradicionales fotos del recuerdo, etcétera. Sabemos que esta postal se repite año a año pero de todas formas no deja de sorprender.
Lugar de fe
Alta Gracia tiene el privilegio de ser una ciudad de fe. Las afirmaciones más comunes sobre este tema aseguran que se trata de un acto de la inteligencia, ya que todo acto de aceptación de verdades lo hace la inteligencia, que a su vez está movida por la voluntad. Si es un acto de inteligencia, y si la inteligencia nos remite en parte a respetar el derecho de los demás… ¿porque no profesar la fe de una manera más sensata? A veces me pregunto si la renuncia del Papa Benedicto XVI (y salvando las grandes distancias) tiene que ver con enfrentar este tipo de realidades que escapan a todo entendimiento racional, es que a veces la tergiversación de las creencias provocan una herida tan grande que es casi imposible sanarla.
Volver a empezar
Cada 11 de febrero, la feligresía católica recuerda un año más de la aparición de la Virgen de Lourdes. Desde entonces, los fieles adoran la Virgen María como Nuestra Señora de Lourdes y su santuario es uno de los más visitados del mundo. En Alta Gracia, miles de peregrinos realizan su demostración de fe de las maneras más exóticas.
“La razón no se salvará sin la fe, pero la fe sin la razón no será humana”, afirmó Benedicto XVI algunos días antes de que anunciara su renuncia. Quizás sus palabras tengan que ver con lo importante que sería que durante todos los días del año ese amor sea proclamado en respeto al prójimo, ya que es difícil no sorprenderse cuando uno visita este lugar cada año y observa que la mayoría de los actos llevados a cabo tienen que ver más con un sentimiento de individualismo que con la veneración. Es difícil entender cuando la fe se convierte en una tragi- comedia donde los actores van del llanto a la alegría en cuestión de segundos, una alegría que se materializa en los clásicos recorridos a los puestos de venta en las afueras del Santuario. Es casi imposible hacer una mirada objetiva cuando se pueden observar tantas realidades diferentes.
Quizás se trate de volver a empezar, de mirarnos, de entendernos, de respetarnos y de priorizar. Quizás se trate de reconvertir el famoso dicho de “La fe mueve montañas” en uno mucho más simple “Mi derecho termina donde empieza el de los demás”. Sepan disculpar mis palabras todos aquellos que realmente profesan la fe, que están más allá de todos los intereses y que NO son parte de una realidad donde la fe mueve mucho más que montañas.