El Concejo Deliberante, es la expresión de uno de los tres poderes que garantizan el normal funcionamiento de una República: el legislativo. En él se sancionan ordenanzas, resoluciones, se fija remuneraciones de funcionarios, presupuesto, se designan nombres de calles, se reglamenta espectáculos públicos, se dictan normas, se regula los impuestos municipales, se autorizan convenios, se los rechaza y mucho más. Hasta acá, el Concejo de Alta Gracia nos tiene bien acostumbrados. Pero hay una actividad que da la rótula a este espacio democrático. Y es la de deliberar. Debatir. Intercambiar posturas y ahí se observan ciertas fallas. Hace dos semanas que casi no ingresan proyectos a las sesiones y ese es un punto a rever.
Los Concejales, a su vez, son las personas elegidas por el pueblo para cumplir dicha función y para representar a la comunidad. La comunidad, no está de más decirlo, es explosión permanente, ebullición. Es una usina generadora de amor y miedo. De ideas magníficas, de iniciativas desinteresadas. De empresas nuevas y viejos negociados. De solidaridad, egoísmo, carencia y abundancia. Un espacio donde hay desigualdad, necesidades, malos entendidos. Donde hay festejos, gritos y palabras de alabanza. Donde hay instituciones públicas y privadas. Gente esperando un papelito que no llega y gente que no necesita de ningún papel. Hay trompadas y caricias. Hay arte. Hay personas que no aguantan la suba de impuestos. Y gente que se enriquece con la suba de las acciones. Todo esto y mucho más entra en una misma cajita de fósforos que se agita, candente, y que por momentos parece que se va a prender fuego.
Alta Gracia, por supuesto, no es la excepción. Muchas veces el pulso de la sociedad nace de problemáticas locales y otras vienen de afuera. Un ejemplo de esto último es el debate sobre la legalización del aborto. A partir del protagonismo nacional que adquirió, hoy en la ciudad hay movilizaciones para uno y otro lado. Hay salas llenas de convocatorias feministas, plazas intervenidas, panzas intervenidas. Hay muros de Facebook incendiados, notas con cientos de comentarios a favor y en contra. ¿Acaso esta problemática no alcanzó al Concejo? Una concejal hace poco afirmó que el Concejo “es el órgano de resonancia de la sociedad”. Que se escuche, entonces. No tanto cuál es la postura del bloque o de cada edil sino, más bien, cómo se puede acompañar desde políticas públicas. Si bien es un tema muy sensible, creo que pocos negarían la necesidad de campañas de educación sexual. De prevención. ¿Cómo, dónde y todas las interrogantes? Bueno, bienvenido sea si se debate.
Pero eso es sólo un ejemplo. Uno al azar, hay muchos. El ejecutivo se está moviendo a pazos agigantados y el legislativo no se puede quedar atrás. Alta Gracia está creciendo a un ritmo acelerado. Se empieza a perfilar como una gran ciudad y se está a tiempo para planificar políticas públicas que la protejan de males que involucran ese crecimiento. Males como la desigualdad, la criminalidad, las drogas, la basura, etc. Y se está a tiempo también para profundizar en salud, educación, arte, esparcimiento, etc.
Por esto, y viendo a toda la comunidad como beneficiaria de la ingeniería democrática, es necesario que los asuntos que laten en el pueblo pasen a la mesa de los miércoles. Que el Concejo Deliberante se nutra de las problemáticas y las necesidades para, de este modo, ser coherente con los tiempos que se viven y dejar las bases firmes a lo que vendrá.