Marcelo Gilabert aún no se recupera de las secuelas que le dejó el feroz ataque que sufrió por parte de Alejandra, su expareja, cuando fue a retirar sus cosas a la casa que ambos compartian en Anisacate. A un año del hecho, el hombre siente que la Justicia le dio la espalda.
Marcelo sufrió quemaduras severas en el 35% de su cuerpo, luego de que la mujer le arrojara un balde con agua hirviendo. «Fue un hecho a traición, inesperado y un intento de homicidio», remarcó siempre la víctima, insistiendo en que la mujer -y madre de su hija- debía estar presa.
Así mismo eso nunca sucedió. «Si hubiese sido al revés, yo estaría preso pero parece que cuando un hombre es la víctima, no es una prioridad», expresó Marcelo. La imputación pasó de «Lesiones graves» a «Lesiones Gravísimas» y la causa ya fue elevada a juicio.
Sin embargo, para Marcelo todo «está planchado». Jamás pudo regresar a su hogar porque la Justicia ordenó que quien viva en el inmueble sea su expareja, la agresora. Mientras, él se encuentra viviendo en el depósito en dónde trabaja y «el día a día».
«Yo tengo que seguir mi vida, otra no me queda. Tengo que trabajar para mantener a mi hija y lo hago en el negocio de la madre de ella. Para mí ex la vida siguió normal, a mí me cambió por completo», dijo en su momento el hombre, decepcionado de la Justicia.
«En el expediente el fiscal expresa cosas que no son así. Dice que cuando sufrí la agresión me atendió la ambulancia de San Isidro y no fue así, fue la de Anisacate. Esto es muy importante porque hubo mala praxis de la gente de Anisacate que no me llevaron a un hospital. También dice que yo rompí un portón para sacar la camioneta de la casa cuando yo me fui en el 2017 y no fue así, la retiré con una orden judicial del juez de paz, todo está asentado. Son cosas que dan la impresión de que yo tengo un perfil de influencia psicólogica y al contrario, nunca en 30 años tuve una denuncia hasta el día que me separé. Pero todo esto es fácil de comprobar», agregó e hombre.
Marcelo tampoco recibe ayuda alguna del Estado. Y es que no existe programa alguno que asista a la víctima cuando éste es hombre. Sus lesiones son permanentes y permanece en constante tratamiento.
«No me queda otra que esperar a que la Justicia atienda mi caso, que me tenga en cuenta», culminó.
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