Hace exactamente 11 días, un joven mató a su padrastro de un disparo en la cabeza mientras este dormía. “A su papá” muchos dijeron, aludiendo a que la víctima lo había criado desde chiquito y, como prueba de ello, alegaron que ambos llevan el mismo apellido. El hecho causó estupor no sólo por la tragedia en sí, sino además por haberse desatado dentro del núcleo familiar; un núcleo sólido según relataron familiares y cercanos, describiéndolos como una “familia feliz”.
Sin embargo, hubo una conjetura inicial, la cual partió directamente de la confesión del joven al momento en el que se entregó: “Lo maté porque estaba cansado de ver cómo le pegaba a mi madre”. Esos dichos ponían directamente al trágico desenlace en un contexto de violencia de género; pero, además explicaba un poco más el panorama (explicar no es justificar que se entienda como tal). Esta hipótesis fue puesta en duda cuando se comprobó que no había denuncias previas por supuesto maltrato y, más aún, luego de lo que dijeron personas que compartían actividades con la familia, que describían como “excelente persona” tanto a la víctima como a su homicida y remarcaban su afinidad padre-hijo entre ambos.
La palabra clave
La única persona que podía poner un paño de claridad al hecho declaró por estos días en la Fiscalía local. Se trata de la pareja de la víctima y madre del victimario. Si bien desde la justicia local no quisieron brindar información sobre algo que claramente es secreto de sumario, muchas veces los pasillos de Tribunales suelen ser algo ruidosos, por lo que se supo que la mujer habría respaldado la versión del hijo sobre la existencia de violencia y que, además, habría declarado que su hijo también había sido “varias veces” víctima de maltrato físico y verbal por parte del fallecido. Un testimonio imprescindible que ratifica la confesión inicial; aunque algunos presuponen que podría tratarse de una estrategia de la madre que busca ayudar a su hijo.
A espera de la declaración
Desde la justicia local aguardan tomarle declaración al imputado; sobre el que cae una carátula bastante pesada de “Homicidio agravado por el uso de arma de fuego”, y por el momento no se descartan cambios en dicha acusación. “Estamos en trámite de las pericias interdisciplinarias, las psicológicas, el informe social, etc., pero aún no hemos tomado declaración al imputado”, señaló el fiscal Alejandro Peralta Ottonello a RESUMEN.
“Padre afín” sin vínculo
Otra de las dudas que surgió en torno a este hecho fue la validación del vínculo familiar que existía a la hora de juzgar al imputado. Si bien no había una unión sanguínea entre el detenido y su víctima, existía un lazo intrafamiliar evidente, ya que se trataba de su padrastro y no solamente de la pareja de la madre; cabe la diferenciación del concepto: lo había criado desde los 3 años de edad. Por esta razón, la pregunta que muchos se hicieron fue: ¿por qué no hay una imputación por el vínculo si se sabe que existió esta relación familiar?. A esto, el fiscal Ottonello explicó: “No corresponde el agravante del vínculo porque el Código sólo habla de su aplicación en caso de ascendientes o descendientes. La calidad de padre guardador no cabe en este caso. Pero, por ejemplo, en casos de abuso sexual, ahí sí se agrava cuando quien abusa es guardador”.
Si la víctima hubiese sido la pareja del hombre, al haber convivencia, el vínculo es considerado un agravante, tanto que desde el 2012 ese tipo de homicidio pasó a ser considerado legalmente como Femicidio. Eso es entrar en otro terreno pero sirve para aclarar porque en el Homicidio de Bº Pouluyán no hay vínculo y el agravante en este caso es el uso de arma de fuego.
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