Nadie puede negar la idolatría que tienen los hinchas de River por Hernán Crespo. Y no es gratis, el delantero supo ganársela a fuerza de goles, sacrificio y más que demostrado amor por la camiseta del Millonario.
Cuando River estaba en la mala, muy complicado con el descenso (tanto que terminó perdiendo la categoría), Crespo quiso volver a jugar en el club que lo catapultó a la fama.
Hasta estuvo hablando con el plantel y buscó infructuosamente una reunión con Daniel Passarella, por entonces Presidente del club de Núñez. Pero no hizo falta mucho para ver que no podría retornar.
Crespo contó, en una entrevista inmperdible con el Diario Olé, que el expresidente le pidió 300 mil pesos y que en ese momento decidió volverse a Italia, aunque sin ganas de volver a jugar de manera profesional. Compartimos un segmento de la nota de los colegas de Olé:
-Se dijeron muchas cosas de tu frustrado regreso a River como jugador, pero nunca se supo la verdad. ¿Qué pasó? ¿Por qué no volviste nunca?
-Yo terminé mi contrato con el Parma y River estaba jodido. No se sabía si iba a descender o no. Desde el Parma me ofrecen renovar, pero yo no quise en el momento. Quería ver qué pasaba con River. Entonces, viajé a Argentina. Hablé con Matías Almeyda, que aún era jugador, y me dijo que vaya directamente al entrenamiento a charlar con ellos. Empezamos a buscar casa para vivir y un colegio para las nenas en Argentina. Passarella no me llamaba y yo pensé: «Si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma». Hablaban en los medios, pero nadie me llamaba por teléfono.
-¿Y qué hiciste?
-Fui al entrenamiento de River. Me encontré con Jota Jota López, Lamela, con todos y nos quedamos hablando ahí. Le pregunté a alguno de los utileros si estaba Passarella y me dijo que no. Un utilero me prestó el teléfono y lo llamé en el momento. Le conté que estaba ahí y que quería hablar con él. Me dijo que lo espere, que ya nos ibamos a juntar porque era un momento complicado para él. Yo tenía diez días en Argentina. Me pidió mi número y me dijo que me iba a llamar. Se lo pasé y quedamos en eso. Me fui del entrenamiento y llamé a mi mujer, que me dijo que estaba en el Patio Bullrich con las nenas. Fui a comer ahí con ellas y mirá lo que es la vida: en la mesa de al lado estaba Passarella.
-Increíble.
-Sí. El justo se reunía con alguien ahí y yo fui a saludarlo. Me dijo: «Quiero hablar con vos». Yo, por supuesto, le dije que había vuelto al país para eso. Y ahí llegó la frase. Me dijo: «Escuchame, ¿no tenés 300 lucas? Necesito para el fideicomiso y para otras cosas». Yo lo miré y no lo podía creer. Me quería morir. Quería hablar con él para volver a River y me vino con esto.
-¿Cuál fue tu respuesta?
-Le dije: «Mirá, Daniel. Si es para comprar jugadores, te puedo dar alguna mano desde Italia. Arreglar algún encuentro con alguien. Ya está, gracias. Chau». Yo hoy lo puedo contar, pero en ese momento no podía hacerlo.
-¿Por qué?
-Porque si yo lo decía en el momento, lo estábamos velando a Daniel. Fue un dolor horrible. Volví a Italia y le dije al presidente del Parma que no tenía ganas de jugar. Me pidió una mano, que estuviera un tiempo más en el plantel. Firmé por un año y a los seis meses me retiré. Quedó como que yo no quise volver a River, pero eso no es verdad.
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