Torres contó a RESUMEN cómo comenzó con la bella tradición: «Mi mamá lo hacía y yo seguí la tradición cuando nació mi hijo más grande -52 años atrás, en Buenos Aires-. Cuando él tenía 5, nos mudamos a Alta Gracia y aquí la continuamos».
Hoy el pesebre, de alrededor de 50 piezas, entre humanos y animales de cerámica, tiene una construcción que lo recubre de las inclemencias climáticas y de los posibles hurtos o daños, además de una tremenda instalación eléctrica que ilumina hermosamente toda la puesta en escena. Como anécdota, recibe de regalo pequeñas piedras blancas-que son parte del piso- de las canteras que usualmente se venden y que son bastante onerosas y difíciles de conseguir.
El vecino de Villa Oviedo relató que en un principio el pesebre estaba ubicado más al frente de la vivienda, con un portoncito por donde todos ingresaban a observarlo.
El sitio es visitado por los habitantes del sector, que muchas veces traen a sus parientes-quienes vienen a pasar la navidad o año nuevo a la ciudad-, algunos les dejan una «propina», otros le regalan elementos o adornos que son agregados a la escena. Torres afirmó que incluso algunos piden algo-un deseo- que luego se cumple.
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