El 30 de agosto de 2018 se inauguraba en Alta Gracia el busto de Emi D`ambra; escultura que fue emplazada en las escalinatas de Plaza Mitre, un lugar emblemático que desde hace unos años se ha convertido en espacio de la memoria y derechos humanos. Esto, a poca más de haberse cumplido un año del fallecimiento de quien fuera reconocida como «La madre de Alta Gracia».
Su historia
Emi tenía 88 años cuando falleció y nunca dejó de llevar consigo, en su rostro, en su voz, en sus gestos, la pérdida de sus hijos Carlos, de 23 años, y Alicia, de 21. Él, secuestrado el 20 de noviembre de 1976, fue visto en el Campo Clandestino de Detención “La Perla”, en Córdoba; ella, capturada el 13 de julio del mismo año, en el “Pozo de Banfield” y “Automotores Orletti”, centros de tortura y de muerte situados en Buenos Aires. Una pérdida acompañada por la incertidumbre, por la búsqueda de verdad y justicia de a ratos paciente, de a rato frenética, acompañada por su marido, Santiago ” Charo” D’Ambra hasta el 2007, cuando tuvo que hacerlo sin él.
Emi fue una de las primeras Madres en entrevistarse en España con el juez Baltasar Garzón, para testimoniar sobre los delitos de Lesa Humanidad perpetrados por el Estado argentino durante los años de dictadura (1976-1983). Vivía en Alta Gracia desde hace mucho, una ciudad en la que “durante muchos años había vecinos que se cruzaban de vereda cuando me veían pasar”, contó alguna vez. Costó mucho, pero, a más de cuatro décadas del golpe cívico-militar, era una figura reconocida y respetada en nuestra ciudad.
En 2011 la Municipalidad de Alta Gracia, de la mano de Mario Bonfigli, le entregó una plaqueta en reconocimiento a su labor y en 2013 recibió el premio Aricó de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Córdoba. En esa ocasión, se produjo un vídeo entrevista con Emi y sus familiares en el que se reconstruye su vida y su lucha. Emilia nació en Constitución, en Capital Federal y su infancia trascurrió poco lejos de allí, en Nueva Pompeya. Por eso, se definía “porteña de alma”, aunque reconocía que la ciudad de aquel entonces era muy distinta de la de los últimos años. Era de familia de inmigrantes gallegos; “Mis padres vinieron con lo puesto y yo estaba con ellos” relata en el vídeo, aludiendo al hecho de que la madre ya estaba embarazada cuando cruzó el océano. Estudió el secundario comercial a pesar de que quería ser maestra y empezó a trabajar antes de cumplir los 18, en una fábrica de pinturas. Es allí donde conoce a Santiago D’Ambra. Después de 2 años se casaron y se vinieron a venir a Alta Gracia: “ él decía que habíamos venido de luna de miel, y todavía estamos acá”. Tuvieron 4 hijos, todos se llevan un año y medio cada uno. El quinto vino después de 12 años.
Ella al igual que Estela de Carlotto y muchas otras madres de desaparecidos, tuvo que replantearse y cuestionar la que había sido su vida hasta ese entonces. Una vida común, criando a 5 chicos en una zona rodeada de descampados. “Qué podía hacer, lo más que hice fue intervenir en las cooperadoras de los chicos”, cuenta quien luego se convertiría en uno de los símbolos de la lucha para la Memoria. El 25 de agosto de 2016 estuvo sentada en primera fila en el juicio de la megacausa La Perla, el más grande en la historia judicial de Córdoba y uno de los juicios por delitos de lesa humanidad de mayor importancia de todo el país. En esa ocasión sostuvo: “A Menéndez la Justicia le dio todas las oportunidades que él no le dio a nadie. Y nosotros nunca interpusimos ningún prejuicio. Esperamos que la condena sea de la gente”.
Hoy, en el marco de una gran puesta en valor y reestructuración de Plaza Mitre, su busto no se toca ya que forma parte de la impronta del lugar y la «memoria» de Alta Gracia.
Comentarios: