Recientemente la Justicia local elevó a juicio la causa que tiene a un sujeto de 32 años, vecino de esta ciudad, acusado de los delitos de «Abuso sexual con acceso carnal», «Abuso sexual con acceso carnal gravemente ultrajante» y «Lesiones leves calificadas», entre otros. Hechos a los que habría sometido a su ex pareja durante años.
Los denuncias datan de hechos que habrían iniciado allá por el 2016, aunque las mismas se hicieron recién dos años después, cuando este círculo vicioso de violencia en el que la víctima estaba inmersa, quedó al descubierto.
El hombre estuvo algunos meses detenido y hasta se impusieron medidas de restricción, pero, tras recuperar su libertad, regresó a la casa de su ex mujer con el pretexto de entablar vínculo con sus hijos. Ella, ante el miedo que le tenía, accedió y esa fue la continuidad de una serie de maltratos, amenazas y humillaciones que dejaron a la mujer en un estado de vulnerabilidad extremo.
Las intimidaciones no sólo fueron hacia ella, sino que se extendieron hacia toda su familia. El hombre, a pesar de tener prohibición de acercamiento y contacto con su víctima, se había quedado en la casa sin intenciones de irse. Ella, siempre por temor accedía a la voluntad del padre se sus hijos, pero la cosa se tornaba cada vez más violenta y abusiva. Tanto que en una oportunidad, y apuntandola con una pistola en la cabeza, el sujeto la habría obligado a aspirar cocaína de sus genitales. Hecho que filmó con su celular y con lo que siempre la amedrentaba.
Ante la negativa de consumir drogas, el hoy imputado y detenido, obligaba a su ex pareja a tener relaciones sexuales, la accedía sin su consentimiento; la echaba de la casa y le enviaba mensajes intimidatorios. Situaciones que se dieron durante meses, hasta que finalmente y gracias a una denuncia anónima la Justicia tomó cartas en el asunto.
Al principio, y ante un claro estado de naturalización de la violencia, la mujer negó los hechos. Sin embargo, los testimonios recogidos y las pericias practicadas comprobaron que existía ese circulo vicioso de violencia, y ordenaron la detención del agresor. Recién en esa instancia y asistida por todo un gabinete psicológico, la víctima reconoció todos los hechos; aunque con una postura cambiante y hasta «de culpa», quiso retractarse en varias oportunidades.
Ante la Justicia el sujeto negó todos los hechos de los que se lo acusaba pero no sólo los testimonios lo ponían en evidencia, sino que además las pericias psiquicas lo signaron como alguien con una conducta «controladora y demandante» y, a su víctima bajo una alta sumisión.
Hoy, detenido en la cárcel del Bouwer, aguardará un juicio oral que defina su situación procesal.
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