
La cuenta es simple, más allá de que muchos intenten negarlo o se enojen porque se hace visible. Un sueldo bruto de 83 mil pesos -luego del último aumento- hace un aproximado de 747 mil pesos mensuales para los 9 ediles que conforman el Concejo Deliberante. Nadie dice que la remuneración sea exagerada o que no deban ganarlo siempre que se constituyan realmente en referentes legislativos de la gente (a favor o en contra) pero…¿lo son?.
Ya dijimos hasta el cansancio que el nivel de debate es escaso y los proyectos casi inexistentes, eso no es nuevo. Aunque si es nueva una figura que apareció hace poco tiempo y que se constituyó en la pantalla perfecta para ocultar todo lo demás: “la declaración de interés o reconocimiento de.. Juan o Pedrito”, de esta manera queda casi invisible la escasa o nula tarea legislativa. El flash del miércoles junto a un escrito aclarando lo importante que es la tarea de los destacados para la ciudad, es más que suficiente para bajar la persiana hasta el miércoles siguiente. Casi nadie nota “la plancha” y del 1 al 10 los bolsillos vuelven a llenarse. Un dato que hay que marcar rigurosamente es que Juan o Pedrito seguro lo merecen, en la mayoría de los casos son vecinos susceptibles de ser destacados; pero ésto no amerita que la sesión de cada semana se transforme sólo en eso. Mientras tanto, las consecuencias son más que importantes para el desarrollo de la ciudad.
Hay innumerables casos para destacar… pero sin dudas hay uno, el más reciente que nos sigue trayendo interrogantes y hasta planteamientos tan duros como pensar si ese o esa concejal debería seguir ocupando una banca. Ya casi sin pensar en lo importante del debate o el contenido, simplemente por una cuestión de ética profesional. Que un proyecto haya sido desmembrado y bloqueada una de sus partes por un capricho nos lleva a un cuestionamiento inevitable. Que una edil (Daniela Ferrari) haya arrastrado al resto para dejar sin efecto un reconocimiento porque el que ella proponía (cambiar de nombre la calle Cervantes) tuvo que volverlo para atrás, es sin dudas un hecho casi sin precedentes. Que otros concejales (Mariano Agazzi y Jésica Heredia) hayan apoyado esa medida y redoblado la apuesta manifestando que “de ahora en más no se propondrán ni se votarán más proyectos de reconocimiento a personalidades políticas o históricas”, sólo para bloquear la iniciativa, nos habla de una precariedad casi nunca vista. El Poder Ejecutivo debe tener el equilibrio del Legislativo, eso es una realidad; pero cuando ese Concejo le tuerce la mano y transforma una inversión por funciones en una pérdida…hasta habría que rever su existencia. Con más de medio millón de pesos se podrían hacer renacer varios espacios públicos, intensificar fondos al Consejo de la Mujer, o al Centro de Adicciones, remodelar o ampliar colegios y hasta apoyar con fondos aquellos que fueron destacados en el mismísimo Concejo Deliberante.
La burbuja
En cualquier empleo privado del mundo, los trabajadores deben demostrar su eficiencia, cumplir un horario, justificar sus faltas y ser productivos. Nos detengamos a pensar cada uno de estos puntos….¿se cumplen?, la mayoría de ellos, no. “Pero no se trata sólo de proyectos, nuestra tarea es mucho más profunda”, dicen algunos, bastante enojados cuando alguien pide explicaciones. Sin dudas, que hay mucho más, es parte del trabajo…no debería constituir un peso hacerlo. La vida en el recinto se ha transformado en una burbuja, donde las problemáticas sociales no penetran, donde las prioridades de la gente solo se hacen visibles cuando la misma gente llega para contarlas, donde la mayoría busca mejorar su dicción sólo para convertir esa banca en un trampolín para otras aspiraciones. Nadie debe sentirse herido cuando se dice la verdad. Las críticas deberían constituirse en la razón del crecimiento, en la cruel verdad que te lleva al fondo para volver a levantarte con otra perspectiva. Hay una carta dando vueltas, de un histórico radical que seguramente va a llegar al recinto en las próximas semanas donde se plantea la necesidad de que los ediles hagan su tarea ad honorem. Muchos podrán tildar este planteamiento de demagogo, quizás se archive y nunca nadie lo debata, o a lo mejor este escrito sirva para que algunos se replanteen algunas cosas, no sólo por su funcionamiento personal, sino por el partido al que representan y, obviamente, por las consecuencias que ésto tiene en la misma gente.