Todos los días, desde el comienzo del año lectivo, Felipe va y vuelve del colegio a caballo junto a su papá.
El Instituto Nuestra Señora de la Misericordia, frente al Tajamar, vive todos los días la misma postal: Fernando Tolosa deja y retira a su hijo Felipe, de cuatro años, en caballo.
El frío que se ha instalado no es un impedimento: basta con un abrigo, un buen abrigo, para que los dos se monten al lomo de un animal para que Felipe no pierda el día de clase. El niño, comenta su papá, es el más “campero” de todos sus hermanos: él es feliz con su medio de transporte. “Cuando la mamá o algún tío lo pasan a buscar en auto, él se enoja”, afirma Fernando. La familia vive en la zona del Crucero, una distancia más que amplia para un niño de esa edad.
El papá, orgulloso, cuenta que Felipe tiene su propia yegüita. Los Tolosa son gente de campo, una tradición y modo de vida que se remonta a sus ancestros. Felipe no es la excepción: se ha criado con los animales y le encantan. A la salida del colegio, último día de clases antes del receso invernal, el nene se encarama sobre el caballo con la destreza de un jinete experimentado. Fernando muestra que su hijo tiene su propio rebenque con las iniciales FT grabadas.
Entre sus compañeritos de salita de 4 es una celebridad: Felipe muestra sus habilidades de jinete paseando por el Tajamar, solito, sobre su caballo de tres años, un año menor que él.
Ahora, durante las vacaciones, disfrutará junto a sus animales, para luego retomar su rutina, tan lúdica como emocionante, de viajar todos los días de una forma distinta a como lo hacen sus amigos.
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