Editorial

En red: Eruditos de la nada

El dólar a $10, el costo de la canasta familiar, el INDEC, Lanata vs. el Gobierno K, Clarín vs Cristina, Jueces en la cornisa, impunidad, acusaciones y contra acusaciones, el transporte de paro, Mestre vs De la Sota, crisis en la salud, los arroyos, la cautelar, la posibilidad de puedan volver a fumigar, Maravilla Martínez en Alta Gracia, el salto de Moreschi, la octava vez de Sebastián Loeb, policías malos, policías buenos, el ascenso de Talleres, inseguridad… podríamos seguir haciendo una lista interminable de temas que golpean nuestra puerta día tras día y que transforman la jornada en un torrente de información que la mayoría de las veces no podemos manejar.

Redes sociales, portales de información, búsquedas en la web, se abren ante nosotros como una caja de Pandora que te permite conocer e ignorar todo a la vez. En la actualidad somos eruditos de la nada.

Conocemos los detalles más íntimos de la ruptura de la pareja de Andrea Rincón y Ale Sergi, la fórmula del experimento que reveló la estructura del átomo, los motivos reales y secretos de la renuncia del Papa Benedicto XVI y hasta la supuesta muerte oculta por una herida de bala del ex Presidente Néstor Kirchner, todo sólo en minutos y a $1 la hora.

Sabemos todo y no sabemos nada. Somos críticos de todos los temas que crucen por nuestro monitor, buscamos el error, buscamos la falla y la remarcamos cuantas veces creamos conveniente hacerlo, con la típica impunidad que nos permite estar frente al teclado.

Parece que nuestra realidad realza una dicotomía que se encuentra en todos los ámbitos; aquellos que están a favor de una posición y los que están en contra. Más allá de que sabemos que esta separación existe desde nuestros orígenes, la defensa que en la actualidad se hace de esas posturas es lo que asusta. Ya no se permite el diálogo, hoy más que nunca “sos inocente o culpable”, no hay opciones, no hay medias tintas.

Si bien es importante y engrandece la democracia la capacidad de discernir; las posiciones actuales transmiten un nivel de agresión tal que da la sensación que no hubiera vuelta atrás.

Sin embargo ahí estamos nosotros, tratando de atravesar el torrente sin que nos lleve la corriente, tratando de creer sin dejar de estar, tratando de no sentir enojo ante este choque permanente de ideas, pensamientos, afirmaciones y propuestas… Dicen que poner la mente en blanco ayuda, pero… ¿cómo se hace? Si lo hacemos corremos peligro de no estar en red, de no saber de lo que se está hablando, de “perder el tren”.

Ante una realidad vertiginosa, cambiante y ciclotímica sólo nos queda tomar una determinación y esa es recetar y volver a arrancar… no vaya a ser cosa que tanta info haga que se nos caiga el sistema.

Claudia Fernández

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