El fin de semana largo sin servicio de agua potable en Potrero de Garay fue la gota que rebalsó el vaso… o más bien, la situación que dejó en evidencia una problemática que fue avanzando silenciosamente y que ahora dice “acá estoy”.
El mejillón dorado, como popularmente se lo conoce (Limnoperna fortunei, por su denominación científica), es un molusco invasivo de agua dulce (no comestible) que viene poblando las aguas de distintas partes del país desde hace más de 20 años. Se los puede ver adheridos a distintas superficies: en los desagües, en ramas e incluso en pequeños trozos de material.
De a poco fueron extendiéndose hasta llegar a los lagos y producir distintos problemas; en este caso el taponamiento completo de las cañerías y su reproducción en el tanque de reserva de agua que hay en la comuna. Esto produjo que el servicio se interrumpiera y que la jefa comunal del lugar (al igual que sus pares de localidades vecinas) comenzara a buscar soluciones o alternativas para una problemática que es difícil de subsanar.
“El tema de las almejas o mejillones es algo bastante complicado; es miscrocópico no se puede frenar de ninguna manera. Están alojados en el lago Los Molinos desde hace muchos tiempo; por más que le pongamos el filtro, las larvas ingresan a las cañerías, ahí forman una colonia de mejillones, como una red hasta que tapa las cañerías del agua potable. Es tan invasivo que no hay con qué eliminarlos. Nosotros habíamos aconsejado la limpieza de los tanques en todas las casas; y ahora estamos tratando el tema con biólogos para encontrar algo paliativo que nos deje seguir con el servicio normal”, manifestó la jefa comunal de Potrero de Garay, Susana Stabio, visiblemente preocupada por el tema.
¿Cómo llegaron?
“La hipótesis es que arribaron de China, a través de barcos de ultramar. Al llegar al puerto de Buenos Aires, han vertido el agua de lastre que traían en sus tanques para nivelar la embarcación sin filtrarla por una red que impida la invasión de especies”, explicó ya hace tiempo la profesora Inés Ezcurra de Drago, investigadora del Conicet y del Instituto Nacional de Limnología (Inali), quien realizó varios muestreos en el Paraná sobre el tema.
“No sabemos cómo controlar el tema, es algo muy difícil porque si ponemos filtros, las larvas pasan y se reproducen igual”, señalan algunos; sin embargo en zonas de Córdoba, como La Estación Hidrobiológica Fitz Simon Embalse o la Cooperativa de Villa del Dique, comenzaron hace tiempo a trabajar en esta problemática y han podido reducir los daños; aunque, de todos modos, no se pudieron erradicar del lago.
Desde que el molusco comenzó a ser un problema serio en la Central de Embalse, por ejemplo, se conectaron con especialistas de La Plata y Buenos Aires y agregaron un producto que combate la larva de este mejillón, de esa forma los sistemas se mantienen limpios y están controlados, además una vez por mes “se agrega amonio cuaternario en los procesos de enfriamiento de la planta, que es inocuo para el ambiente y es biodegradable. Sólo así mantenemos limpios nuestros sistemas», sostienen.
Lo cierto es que el mejillón sigue avanzando y en las comunas circundantes al lago Los Molinos ya no saben qué hacer al respecto. Apenas pasó el mal trago de la falta de agua (que se suma a una serie de inconvenientes que viene trayendo esa localidad en relación a este tema desde hace tiempo), desde el sitio oficial manifestaron su preocupación dando a conocer qué había pasado, hecho que si bien sirvió para informar lo sucedido, no llevó demasiada tranquilidad a los vecinos.
Imparables
El Biológo Federico Kopta, afirmó a Resumen que en un comienzo, había cuatro o cinco mejillones por metro cuadrado, y en la actualidad alcanzan los 150 mil por metro cuadrado en los diferentes espejos de agua: “Son imparables. El problema es que no hay depredador para esta especie, entonces se hace muy difícil controlar su reproducción, ya que se trata de un animal muy invasivo”.
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