La vida transcurre y los hechos que tuvieron la valentía de cambiar los destinos de un pueblo trascienden. Las grandes gestas populares están llamadas a ser un faro en la historia para referenciar rumbos sociales. El sindicalismo argentino no sería tal si el Cordobazo de Elpidio “Lobito” Torres (Smata), Atilio “El Negro” López (UTA), Agustín “El Gringo” Tosco (Luz y Fuerza), Miguel “El Manco” Correa (Madereros), Jorge Luján (Vidrio), Mauricio “El Petizo” Labat (taxistas), Adolfo Cortez (Molineros), Francisco Solano (Unión Ferroviaria), Raúl “El Gordo” Ferreyra (Empleados Públicos), Miguel Godoy (Panaderos), Lino Verde (Mineros), Alejo Simo (UOM), Almada (Empleados de Farmacias), Oscar “ El Gordo” Settembrino (Telefónicos), Jorge Canelles (Construcción), Héctor “El Negro” Castro (ATE), René Salamanca (PC), de los estudiantes universitarios y de los miles de trabajadores cordobeses no hubieran ganado las calles de la Docta marcando con tal hecho la agenda castrense nacional.
El Cordobazo salió de Alta Gracia
Quedó esa dirigencia en un sitial de compromiso colectivo en los años 70. Esta parada social tuvo la fuerza para cambiar dentro de un gobierno de facto, donde las leyes eran inexistentes, el rumbo de una política militar anti obrera.
Las grandes gestas son soñadas y pensadas por utópicos, pero una utopía es un hecho de difícil realización, no un imposible. Eso fue el Cordobazo, una utopía que se hizo realidad y que comenzó a gestarse en la ciudad cordobesa de Alta Gracia, en el domicilio familiar de Elpidio Torres, el secretario general del SMATA; allí, frente al Parque Infantil, se encendía la chispa que compartida con el Movimiento Obrero de entonces, ardería en las barricadas de la Justicia Social en la ciudad de Córdoba. Nacía “El Cordobazo”.
Torres fue, tal vez por necesidad, quien debió agudizar el ingenio y buscar una solución a un proceso militar que se venía llevando puesto los derechos de los trabajadores, junto con los trabajadores. Tuvo que poner de pie a los obreros de Ika Renault desde las asambleas en la planta de Santa Isabel, desde el Córdoba Sport, para hacerlos uno con el resto de los trabajadores y continuar la transformación bajo una visión más abarcativa, el Movimiento Obrero Cordobés todo, las CGT.
El 15 de mayo de 1969 comenzaba la Asamblea que daría el pie inicial a un proceso de transformaciones obreras. En un salón de boxeo de la calle Alvear, los trabajadores de Ika Renault darían el puntapié inicial de la gesta obrera, que algunos analistas políticos compararon con el Mayo Francés.
Mucho se ha narrado desde el registro histórico de aquel 29 de mayo de 1969; tal vez hoy basados en ese acontecimiento nos toca despojarnos del fragor ideológico o sectorial y ajustarnos a un rigor histórico de los hechos para que la verdad pueda ver la luz sin tironeo ni forcé.
Una gesta que salió de las bases obreras para cambiar una realidad colectiva en la sociedad, una idea que se acuñó en un primer momento en los pensamientos de un hombre que buscaba el equilibrio de lo social a través de los justos reclamos.
Solo un amante de la Justicia Social como Elpidio, entendía que en épocas de plomo la reivindicación debía salir de asambleas fabriles y plasmarse en la calle. “Ganar las calles” para mostrarle a la sociedad que estaban representados sus pedidos de condiciones justas.
Plantarse ante un oscurantismo democrático para decir que los derechos trascendían más allá de los cuarteles y que la dignidad de los trabajadores no era parte de una negociación, suena lógico hoy, pero en esos años sonaba a irreverencia para quienes habían secuestrado a la institucionalidad de la República, y encarcelaban a quien osaba simplemente pensar distinto; imagínense, llevarlo a la práctica.
Esa fue la dirigencia gremial del Cordobazo. Ellos tenían por militancia en esas épocas difíciles la dignidad en el pensar, la dignidad en el hacer, eso los llevó a trascender; entendieron que el individualismo en lo social es un salvavidas de corta duración, que cualquier gesta que no tenga la vocación de colectivizarse y no sostenga una transformación global, desaparece en el intento de imponerse.
Las anteojeras sectoriales de hoy eran impensadas en los 70, la gran mayoría de los gremios se sentían parte de un todo, tal vez la presencia de un gobierno de facto en frente hacía que ese todo fuera más compacto, pero esa realidad histórica los volvió uno en la lucha, sin mayores miramientos que ser trabajadores y estudiantes, hombres de bien, ¡gente de trabajo! Obreros que se permitieron soñar en una vida mejor.
Vuelvo a Elpidio Torres, y asomarnos en este dirigente sindical peronista que por doctrina y militancia sabía que pensarse como peronista era hablar de justicia social y que donde “había una necesidad, existía un derecho”, esa convicción infranqueable lo convirtió en el gran articulador de la transformación social.
Salió esa mañana de su Alta Gracia y llevaba en su cabeza la idea de pararse ante el atropello del gobierno; todavía le dolían las balas de goma de la asamblea del Córdoba Sport, su traje olía a gases lacrimógenos de ese 15 de mayo. Lo asfixiante ya no eran solo los gases, sino la situación reinante de violencia y hostigamiento social que se vivía en todo el país.
En la reunión de la CGT de aquel mayo de 1969, les plantea al resto de los compañeros de los otros gremios, la necesidad de un paro con movilización. El Smata acompañaría con sus más de 15 mil afiliados hacia el centro. Desde la zona sur avanzaría la columna de trabajadores que al pasar por la calle Arturo M Bas y Bv. San Juan, producto de una embestida policial, perdería la vida el compañero Máximo Mena.
Atilio López garantizaría el paro dejando los colectivos urbanos en las puntas de línea, todos los choferes de colectivos entrarían en huelga. Al igual que los trabajadores de EPEC, donde Agustín Tosco sería el nexo también con los estudiantes universitarios que estaban dispuestos a ser parte del reclamo atrincherado en la zona del barrio Clínica.
“Si no hubiera sido por la infantería del Smata, el Cordobazo no hubiera sido posible”, Agustín Tosco.
Hoy, a 51 años de esa gesta histórica, es hora de ponerle luz al Cordobazo entregándole a la historia la veracidad de los hechos y de los protagonistas según el relato en las calles y no por versiones castrenses. Y aquí la historia no la escriben los que ganan, sino los que supieron esperar 51 años y dejar en el sitial que le corresponde al mentor del Cordobazo. El que una mañana salió de Alta Gracia, compartió el sueño y lo hiciera realidad con todos los compañeros y compañeras un 29 de mayo de 1969 en la calles de Córdoba.
Gracias Elpidio. Hoy a 51 años de aquel día, la verdad tomó realidad y los hechos pueden contarse con rigor histórico. Descanse en paz Compañero Peronista. El Cordobazo salió una mañana desde la ciudad del Tajamar, montado en los sueños de un dirigente mecánico y que al compartirse se hicieron realidad.
Gracias Compañero Elpidio Torres por esta parte de la historia que hizo grande desde Córdoba al Sindicalismo Argentino.
Lic. Gustavo Rossi
Presidente del PARTIDO LABORISTA ARGENTINA.