Editorial: el demonio de dos cabezas

Decían que la pelea estaba afuera, pero en realidad, la lucha está bien adentro, más precisamente en el corazón de la UCR.

Encuestas bastante dispares, diferencias insalvables entre los propios correligionarios y, sobre todo, un veredicto casi inapelable que vendrá desde Córdoba donde las directivas, que todos conocen y nadie quiere aceptar, serán más que claras y tienen que ver con sacar a Mario Bonfigli de la pelea antes de que “su reputación” ensucie la “limpia” campaña radical a nivel provincial.

Algunas de las reyertas disputadas en el mismo seno de la casa radical tienen que ver con un partido dividido, que el mismo Bonfigli aceptó y que terminó de rematar cuando responsabilizó a Hugo Pesci de no mantener el diálogo, además de la pérdida de poder del legendario Eduardo Luppi, quien no pudo posicionar su candidato a legislador, Marcelo Vicente; y la fallida intervención de Leandro Morer en la mediación multipartidaria para que la UCR quedara a la cabeza de los candidatos a legislador, donde el Juecismo picó en punta de la mano de Martín Núñez Cremades. Todo este combo está generando preocupación en algunos radicales y mucha expectativa en otros que están agazapados vendiendo un discurso que en realidad quiere decir otra cosa.

El patrón de la UCR
Roberto Brunengo fue el primero en hacer ruido… pero en un sentido mucho más profundo del que aparentemente representa. Su desafío no es hoy Facundo Torres; su desafío consiste en desplazar a Mario Bonfigli de su liderazgo, el cual lo ha perpetuado durante años y no ha permitido que ninguno de sus pares crezca debido a una permanente imagen positiva.

Una vez afianzado en el poder, allá por 2019, Brunengo intentará pelear la intendencia. ¿Por qué? Porque de ser exitosa la jugada (haber corrido del tablero al rey y puesto en jaque a la reina), tendrá el camino libre para las elecciones con una oposición sin referentes peronistas fuertes (Hugo Testa y Walter Saieg ya no podrán ser candidatos y Facundo Torres no podrá ir por un tercer mandato). “No puedo arrancar en serio hasta que no presente lista el Intendente”, se lo escuchó decir al odontólogo; una vez aclarado eso, apurará a sus adversarios para que se determine de una vez quién es el candidato radical, mientras tanto… hay un Bonfigli que programa y sigue marcando el juego. Algunos piensan que desde la humildad y el perfil bajo, una imagen que siempre vendió y lo caracterizó, pero no; el referente radical ya se anotó en la pelea y está diagramando las jugadas que podrán ser letales, hasta para los mismos radicales en algunos casos. ¿Qué pasa si mantiene la situación “en el llano” y días antes de las elecciones decide bajarse? ¿Quién queda de candidato? ¿Morer? Seguramente ese sería el candidato tanto por voto popular como por decisión interna, y esto lo ayudaría mucho más a un Brunengo que sigue con la calculadora en mano.

Simplemente sería beneficioso porque Morer subió algunos puntos mientras Bonfigli mantuvo silencio y una vez que reapareció, bajó abruptamente; por ende, perdería las elecciones y dejaría consolidado a Brunengo como el referente más fuerte dentro de la UCR. Si a esto se le suma que uno de sus aliados, Amalia Vagni, tiene un lugar determinante (cuarta en la lista sábana) y ambos comparten la simpatía de Aguad… todo cerraría y el efecto dominó comenzaría a funcionar.

Claudia Fernández

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