Lara y Agustín tienen 15 y 17 años respectivamente. Ella va al Misericordia y él, al Obraje. Ambos dejan por un año sus amigos, su familia y su país para algo que tal vez muchos ven con sana envidia: viajar, conocer gente distinta y países con costumbres diferentes.
Ambos forman parte de Rotary Club Alta Gracia, organización que, regularmente y a lo largo de todo el mundo, organiza intercambios de jóvenes ávidos de conocer culturas diferentes. Fue eso lo que los atrajo a los dos. Agustín explica: “estaba en mi primer asado con el curso el año pasado y hablando con una amiga me contó de los intercambios. Ahí decidí informarme y leí todo lo que pude”. Lara, por su lado, cuenta: “Cuando era chica vi en un aeropuerto un chico con todos pins en el blazer y mi mamá me dijo que eran chicos que se iban de intercambio y siempre estuve pensando en eso. Después una profe me dijo a dónde me podía acerca y bueno, hice el examen”.
Para calificar a los intercambios, hace falta hacer una prueba de cultura general y a partir de ahí y los intereses que describan, se les atribuye un destino especial. Agustín, está decidido: “Yo quería ir a Italia y ahí me mandan. Tengo muchas ganas de conocer la arquitectura de allá. Estoy seguro que voy a aprender mucho”, cuenta. Si bien va a perder un año en su escuela, él está convencido que “voy a ganar en experiencia”. Su pasión es la construcción y su destino, allá donde se moldeó la arquitectura occidental. “Espero aprender mucho”, aclara. Lara, por su lado, está muy ilusionada con su viaje a Francia: “Primero, disfrutar. Encontrarme con una cultura diferente y absorber todo lo que más pueda de esa cultura y abrir mi mente”.