Cultura

“Cumplí como ciudadano e hijo; mi padre hubiese hecho lo mismo”

Entre las autoridades, provinciales y municipales, y las personalidades de la cultura que presenciaron, el pasado jueves, la inauguración del Museo Arqueológico Municipal MAM y llevaron adelante el corte de cinta, estaba Eduardo Heredia, hijo de Don José, aquel sodero apasionado por la arqueología quien buscó, recolectó, investigó y custodió la impresionante colección de más de 4mil piezas que conforma este nuevo espacio museal ubicado en la calle Olmos 167.
Eduardo asistió acompañado por su madre, la viuda de Don José y brindó un breve discurso con la voz algo rota por la emoción, agradeciendo la posibilidad de ver materializarse lo que, para él, es un sueño familiar que se cumple.

Autodidacta y polifacético
Durante 43 años, Don José Eduardo Heredia, el vecino de nuestra ciudad nacido allá por 1932, recorrió los campos de nuestra región en búsqueda de las huellas materiales de los asentamientos de los pueblos originarios. No tenía muchos estudios formales, pero nunca dejó de leer, informarse e investigar en enormes libros de arqueología e historia. En todos esos años, llegó a tener una colección de 4355 piezas y parte de ella fue expuesta en distintas instituciones, escuelas y en una sala de su casa, acondicionada para eso.
En 2013, y con el cambio de legislación que determina al Estado, Nacional o Provincial, como custodio de estos bienes culturales, Eduardo Heredia entregó (la figura legal es “entrega voluntaria” y no “donación”, justamente por la imposibilidad de posesión sobre ese material) la enorme colección al Municipio, y en particular en manos de la Coordinadora de Educación Ana Caturelli, quien desde un primer momento, anunció la intención de crear este nuevo museo.
Eduardo explicó a RESUMEN como se llegó a esa instancia y sus sensaciones al ver que el trabajo que le llevó toda una vida a su padre, encontró no sólo una casa, sino que fue reconocido como una colección patrimonial de enorme importancia para toda la comunidad: “Tenía que cumplir un acto de Ley. Todo lo que está en el subsuelo es del Estado, de la gente. Yo como hijo , poseedor y cuidador de esta colección debía hacer lo justo y entregarla al Estado, buscando que quedara acá en Alta Gracia; esa fue un poco mi condición porque es patrimonio de nuestra ciudad y alrededores. Fui escuchado y, gracias al trabajo de gestión e incansable dedicación de Ana Caturelli y el apoyo del Intendente Torres, pudimos realizar un sueño”. Con respecto al legado que dejó Don José y lo que significaría todo eso para él, Eduardo agrega emocionado: “Yo sentí esta obligación y deber, como ciudadano y como hijo, porque mi padre hubiese hecho lo mismo; Don José tendría hoy 85 años y era un hombre que sentía la responsabilidad de cumplir con las obligaciones de la Ley. Fue el obrador de toda esta historia; él buscó, coleccionó, investigó y estudió en muchos textos. Fue un autodidacta total y un hombre multifacético, músico, escultor; un ser humilde y por sobre todo muy buena persona con un gran sentido de la comunidad” a la vez que agrega enfático: “Mi papá en este momento debe estar sentado en alguna estrella aplaudiendo y emocionado por un sueño que se cumple. Es un día de gloria para toda la familia Heredia. Mi mamá, que hoy padece de una enfermedad de olvido, fue su compañera toda la vida; lo incentivó, apoyó y fue parte del equipo junto a mi tío Justo Torres a mi hermana Yolanda Itatí Heredia y, conmigo”.

Para la comunidad
Es inusual que un hombre de las características de Don José llegara a ese nivel de tecnicismo, capacidad y conocimiento que, normalmente llevan años de formación académica: “Mi padre nació con esa sabiduría innata y una curiosidad inagotable. Empezó desde muy chico a investigar y lo fue puliendo con los años con estudios y textos; en todos sus momentos libres y vacaciones, salía al campo y estudiaba los lugares, y sabía ubicar dónde había habido asentamientos. Todo lo que él encontraba era un primer hallazgo y si estuviese vivo, seguiría haciéndolo. No tenía una formación y no había avanzado mucho en las etapas escolares pero nunca dejó de estudiar. Sin embargo, más de una vez fue convocado para dar charlas y clases, inclusive en la Universidad. Es increíble: ni yo ni mi hermana podremos jamás igualar esa sabiduría y conocimientos”, asegura orgulloso.
Parte de la colección hoy está expuesta en el MAM, un museo interactivo, moderno y didáctico, para que pueda ser visitada, conocida y, como aclaran desde la coordinación, para que todo visitante pueda sentirse interpelado. Sin embargo, aclara Eduardo Heredia, a su padre nunca le faltó la intención de compartirla: “Siempre se expusieron las piezas, en escuelas, en museos y en el saloncito de casa que estaba abierto a las visitas. Él estaba feliz, orgulloso de lo que tenía y quería que fuera para toda la comunidad. La legislación fue cambiando y hoy nos encontramos con esta Ley que exige la devolución y gracias a Dios todo esto hoy está acá”.
Una suerte para todos, ya que gracias a contrato de comodato de cien años más cien, la Provincia nos cede la colección en comodato, para nuestra ciudad.

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