Es abogado, hombre que trabajó en la Justicia durante muchos años y en las últimas elecciones fue ungido como Legislador Provincial por el Juecismo. Desde su banca, Juan Pablo Quinteros se ha convertido en la voz de la oposición. Su figura ha crecido mediáticamente, a la par de sus posturas de crítica dura a la gestión de Unión Por Córdoba. Con su referente en Ecuador, es hoy por hoy, el abanderado del “Juecismo sin Juez”.
¿Es una estrategia o realmente siente ser quien encabeza la oposición?
Es que el espacio de la oposición ha quedado muy reducido por esta nueva ola de que todos son amigos con todos. La sintonía entre el gobierno nacional con la provincia y la ciudad de Córdoba ha diluido muchas veces esta cuestión que antes estaba más clara. En lo personal, tengo muy clara la misión que el pueblo nos ha asignado. Si la gente hubiera querido que fuéramos gobierno, nos hubiera votado. A nosotros nos asignó el rol de ir a la legislatura para ser oposición.
¿Y cómo evalúa que debe ser una oposición?
Probablemente hayan cambiado los modos. Desde hace 5 meses que soy legislador e intento hacer una oposición dura, muy crítica, pero a la vez constructiva, detrás de cada cuestión, plantear una propuesta superadora a lo que estamos cuestionando. Es lo que pide la gente.
¿Cómo queda parado su partido siendo socio político del gobierno nacional?
Más allá de las relaciones institucionales que se tienen que mantener, en lo personal no hay nada que me impida marcar los hechos que considere que están mal en el gobierno nacional, incluso lo hago dentro de mi propio partido. Alguna vez cambié de partido para no cambiar de convicciones. Cuando vi que asumió De la Sota y el peronismo se alejó de los valores propuestos, quienes quisimos sostener nuestras convicciones nos tuvimos que ir a otro espacio.
Es un difícil equilibrio…
Soy fundador del Frente Cívico y tengo la obligación de mantener las banderas del espacio que creé. No voy a aceptar todo porque estemos en una sociedad política. En el mundo de la política tan propenso a las traiciones, hay algo que uno no puede hacer, que es traicionarse a uno mismo.
¿Y eso es posible?
Integramos un espacio en el que intentamos que nuestras ideas contrapesen con otras que van en otro sentid. No todos pensamos igual. Tengo una clara concepción en el Estado presente. Soy un estatizador convencido. Y en el espacio Cambiemos hay gente que piensa todo lo contrario. Celebro poder estar en un espacio donde pueda discutirlo. Si me convencen, los sigo, pero nadie me baja una línea. Tengo miedo cuando todos levantan la mano al mismo tiempo, no puede ser que setenta tipos piensen exactamente lo mismo.
¿Qué evaluación hace del gobierno de Unión por Córdoba?
Durante muchos años, el gobierno de Córdoba jugó de víctima del gobierno nacional, cuando en realidad nunca lo fue. Lo que hubo fueron acuerdos o desacuerdos políticos. Cuando en 2011 el Delasotismo decidió entregar la lista de diputados nacionales al kirchnerismo, estaba todo bien. Después, se pelearon cuando De la Sota decidió su carrera presidencial y se puso en la vereda de enfrente; ahí denunció ser víctima de discriminación del gobierno nacional. Yo no me lo creí nunca.
¿Cuál considera la principal falencia del gobierno de Córdoba?
Se están empezando a sentir los 17 años de un mismo signo político. Se puede dar el caso que en 2017, si Schiaretti quisiera repetir y es votado, se puede dar el caso que en 24 años, Córdoba tenga solamente dos gobernadores. Eso institucionalmente es malo, degrada todo. En Córdoba el Poder Judicial se ha degradado terriblemente y cuando no hay justicia… Cuando se pierde, la sociedad queda muy desprotegida. Y los niveles de corrupción que hay en todos los ámbitos del Estado, incluso la Policía le hace muy mal a la institucionalidad. Hay niveles de corrupción que se han incrementado.
¿Con Juez fuera del país, hay una guerra de referentes ente usted y él?
Bajo ningún aspecto. Juez es mi amigo, el referente y líder de este espacio político. Yo soy un dirigente político que tiene claro que su rol es mantener viva la bandera por la que lo creamos y por la que la gente nos votó. A veces más, a veces menos.
Pero la gente no lo votó a Juez para que sea Embajador…
No, pero bueno, en la última elección tampoco nos fue tan bien. Eso amerita una profunda autocrítica puertas adentro para saber qué veía la gente en nosotros y dejó de ver. Los resultados electorales no son antojadizos.
Debemos ser consecuentes con lo que siempre enarbolamos. Cuando pierda la coherencia que creo tener, no tendrá sentido que siga en esto. Ser coherente me habilita a que la gente confíe en mí.
¿Qué aporte le haría su espacio al tema seguridad?
Tenemos que profundizar la democratización de todas las instituciones. En lo que hace a la Policía, primero hay que ver cómo educar a quienes van a salir a la calle a cuidarnos. Hoy parece que creen que la única solución es meter más policías en la calle para que la gente se sienta segura. La verdad es que no me da seguridad alguien que en dos meses le dan un arma para que salga a la calle y se pare en una esquina.