
La realidad indica que hoy ese porcentaje habría aumentado significativamente y que además, se agrega un nuevo ingrediente: ha bajado el promedio de edad entre las menores parturientas de manera alarmante.
¿Por qué?
Un alto índice de embarazos son “buscados” en el sentido que no llegaron por error ni por equivocación. “Me sentía sola”, es una de las respuestas de las menores en cuestión; una frase que encierra sin dudas interrogantes no resueltos acerca del rol de los padres en la formación integral de sus hijas. “A los hijos hay que acompañarlos siempre. Los adolescentes necesitan una guía ”, remarca Bazán.
En muchos casos, las adolescentes crecen con la figura materna de quien también fue madre muy joven y siguen el mismo camino.
Caminos a seguir
La meta es trabajar para que las menores no se embaracen por ignorancia. Información hay, tal vez falte más diálogo en el seno familiar, manifiestan los profesionales; y agregan que el objetivo debería ser que vivan una sexualidad más sana y educarlas para el autocuidado.
Hay que tener en cuenta, además, que los riesgos en embarazos adolescentes son mayores; en este contexto, la educación vuelve a ser el nudo fundamental como método preventivo.
Para toda niña o adolescente, un embarazo es una experiencia traumática y en muchos casos, sus hijos terminan siendo víctimas de ello. La mortalidad infantil se cuadruplica en mamás menores de 15 años que no pudieron cuidarse ellas y difícilmente pudieron hacerlo con su niño; un tema que los facultativos ven a diario.
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