Ante la inminente propagación de una nueva enfermedad mundial, es inevitable la comparación con hechos similares que, como argentinos, hemos tenido que pasar. Sí, el Ébola también fue una pandemia, allá por el 2014, que sembró miles, miles de muertes en el continente africano, Estados Unidos y algunos países de Europa. Nuestra posición geográfica y el inmenso océano de por medio, esa vez, nos salvó.
No así sucedió lo mismo con el brote de H1N1. Más conocida como Gripe A, llegó a nuestro país en el 2009, justo antes del comienzo del invierno. Poco más de un mes de los primeros casos autóctonos, fallecía la primera víctima: una bebé de tres meses. Días antes del receso escolar de invierno, el gobierno decidió el cierre de los establecimientos educativos durante todo el mes de julio, una medida que involucró a 11 millones de estudiantes. Las medidas de las autoridades apuntan principalmente a limitar los contagios durante los meses de invierno. He aquí la primera diferencia con el Coronavirus: la Gripe A no hacía distinción de edades, mientras que el COVID-19 afecta más a las personas mayores. “La estadística es afortunadamente excelente, los niños cursan esta patología como gripe leve. Por suerte, la tasa de mortalidad es bajísima, prácticamente inexistente.” Afirmó Rodolfo Rodríguez, miembro del Comité de Acción Sanitaria y Director del Instituto de Investigación y Planificación Sanitaria del Gobierno de Córdoba ayer durante una conferencia de prensa con el Municipio de Alta Gracia.
La similitud de contagio entre ambas enfermedades, es muy similar: tanto con el Coronavirus como la influenza H1N1 hay que evitar el contacto con el que presente síntomas. No obstante, según expresó Rodríguez de forma contundente: “la mascarilla en la persona sana no está indicada, está contraindicada porque retiene el virus más tiempo de lo necesario. No protege, porque deja los ojos al aire. No deben ponerse mascarilla las personas que no están enfermas”
“Es un virus muy lábil, las medidas de prevención absolutamente simples, la higiene de las manos es esencial porque el virus ingresa por la mucosa de la cara: boca, nariz y ojos. Si nuestras manos están estériles, aunque nos toquemos la cara, no pasa nada. El virus en superficie tiene muy poca sobrevida” destacó el especialista.
A 12 días del primer caso de Coronavirus, en Argentina hay dos muertos. En cuanto a la Gripe A del 2009, el primer deceso se dio al mes y medio del primer caso. A poco más de dos meses del primer caso de Gripe A, se habían confirmado 206 muertes atribuidas al virus. En total, antes que se declarara el fin de la pandemia (en agosto de 2010) hubo 656 muertos en Argentina. No obstante, siguieron habiendo decesos durante los años subsiguientes, incluso en nuestro hospital regional.
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