Un poco de historia
“Rompí bolsa a la madrugada. Fui hasta el Hospital Illia, que fue donde me atendía y me internaron pero con poca dilatación. Pasaron un par de horas y comenzaron los dolores. Les pedí que me hicieran cesárea, una ecografía o que colocaran goteo para acelerar el proceso, pero no logré convencer a los médicos. Recién a las 22 hs me llevaron a la sala de parto. Pujaba pero no salía. Después de mucho esfuerzo salió la cabeza morada y se trabó. Escuché al médico que comenzó a gritar para que llamaran a otro médico. El que vino pudo sacarla después de mucho intentar. Recién pude conocer y ver a mi hija al otro día y ya en terapia”, recuerda Silvana, la mamá de Luz.
La niña permaneció 9 meses en el nosocomio y luego fue trasladada al Hospital de Niños, donde permaneció un mes más. Ahí prepararon a la madre durante 6 meses para cuidarla y regresar al hogar. Los diagnósticos fueron poco alentadores: problemas en pulmón derecho, cardiopatía, estenosis, parálisis cerebral y braqueal entre otras cosas. Una vez instalada en el hogar, Luz comenzó a reconocer a su madre, seguirla con la mirada y sonreír, sin embargo, duró poco tiempo. Otra vez fue internada, en esta ocasión en el Hospital Pediátrico con neumonía y gastroenteritis, donde permanece en la actualidad.
La realidad indica que “algo debió fallar” en aquel parto que dejó secuelas en la bebé de por vida.“Vivo para ella y lo voy a seguir haciendo. Voy a luchar para que tenga una vida digna y pueda desarrollarse como cualquier niño”, concluye Silvana entre lágrimas.
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