
Las viejas canteras del Ferrocarril son testigos mudos de un pasado venturoso y un presente a la deriva. En las primeras estribaciones de las sierras chicas, ya saliendo de la ciudad como quien va a La Paisanita, están las ruinas de lo que fuera nada menos que el primer centro de producción de materiales utilizado por el ferrocarril para sus ramales en todo el país.
Desde las entrañas de la tierra, se extrajeron, durante años, miles de toneladas de piedra que luego de ser triturada era transportada en vagones hacia todo el territorio nacional. En sus momentos de mayor esplendor, las canteras del Cerro dieron trabajo a más de 200 obreros y en sus instalaciones, incluso, funcionaron emprendimientos colaterales.
Cabe destacar, que además, fue la posibilidad de sumar ingresos para los empleados cuando en las mismas canteras se fabricaron premoldeados; hubo una fábrica de blocks de cemento y se elaboraron piletas para lavaderos. Esto fue en los últimos tiempos, cuando los requerimientos del ferrocarril habían disminuido y el trabajo propio de la cantera menguaba.
Hoy, la realidad muestra un gigante abandonado, hierros viejos desvencijados, máquinas herrumbradas entre estructuras derrumbadas y saqueadas y un amplio espacio que poco a poco va ganando un improvisado nuevo basural.
Todos callan
Es curioso, repasando las distintas plataformas electorales de los candidatos a intendente de la ciudad, que ninguna haga referencia alguna a este tema. Las ex canteras del Cerro, ni figuran entre las ideas postuladas por los candidatos.
Es cierto que el Ferrocarril desde 1993 pasó a ser parte de la historia de buena parte de este país. Pero las canteras continúan siendo una fuente de áridos importante y merecerían ser explotadas ya sea por el Estado o bien concesionadas para que en definitiva se conviertan nuevamente en fuente de trabajo para los vecinos de la ciudad. Hoy, hierros y sierra conforman un panorama entre fantasmagórico y mágico que pocos conocen y a nadie parece importarle.
Buscarle un destino
No es conveniente que en una ciudad donde el empleo es un bien escaso, no se aprovechen ni se tengan en cuenta los recursos que están a la mano. Pareciera ser mucho más sencillo tercerizar servicios que generarlos dándole trabajo a la gente. La canteras están olvidadas y perdidas en medio de los pastizales cuando pueden ser utilizadas para extraer materiales necesarios para las obras municipales.
Sigue siendo ese lugar, un sitio digno de ser recuperado, ya sea para su explotación comercial, para cubrir necesidades estatales o bien turísticamente. Países y ciudades que tienen mucho menos que Alta Gracia, aprovechan al máximo sus recursos para seducir al turismo. Este lugar tiene un potencial turístico ni siquiera evaluado por las autoridades. Mientras, las canteras del cerro son parte de nuestra historia; están ahí, esperando que alguien, alguna vez, haga algo al respecto.
Aprovecharlo como destino turístico
No es mala la idea que plasmó en proyecto el ferroviario Juan Carlos Bustos a principios de este año. Convertir las viejas canteras del Ferrocarril en un destino turístico para quienes visiten Alta Gracia.
“La idea es llevar un pequeño tren turístico hasta la zona, en un viaje que no es tan largo, solo 5 kilómetros. Revalorizar todo lo que fueron las canteras con una pequeña inversión, limpiar los terrenos y contar que por allí pasó la historia del ferrocarril no solo de acá, sino de todo el país. Incluso puede hacerse un museo de sitio y guiar a los turistas a conocer todo el predio”, indica quien hoy está a cargo del Museo Ferroviario de la ciudad.
Este proyecto fue presentado al Ministerio de Transportes de la Nación en abril pasado, y aguarda por una respuesta.
“El tendido de vías está casi intacto desde la Estación”, comenta Bustos. “Solamente un tramo muy cortito pasando la calle Garzón antes del “puente negro” que se han levantado un poco y hay que arreglarlos pero están, y están también todos los durmientes”, agrega el ferroviario.
Si bien este proyecto nacido de la iniciativa privada de Bustos contó desde un principio con el apoyo de casi todos los sectores políticos, la realidad es que luego de presentarse, nadie volvió a interesarse por él. En una ciudad que se precia de turística, dejar sin explotar un sitio potencialmente interesante y atrayente es como dar muchas ventajas.
Son parte de la historia de la ciudad
El tren llegó a Alta Gracia el 25 de julio de 1891. Años más tarde, en 1912 se inauguraron las canteras. Estas, funcionaron durante más de 80 años produciendo material hasta que en 1993 el menemismo decidió cerrar la mayoría de los ramales ferroviarios del país.
De estas canteras se extrajeron todo tipo de áridos. Desde las grandes piedras que eran cargadas a mano y rotas con mazas de 20 kilos hasta aquellas que molidas en la trituradora se convertían en material para los balastros. La piedra grande era utilizada para relleno de terraplenes, y hasta el polvillo se trasladaba en los trenes para distintas obras.
En estas canteras, que contaban hasta con una usina eléctrica propia, llegaron a trabajar más de 200 operarios. Durante décadas, “la sirena del Cerro” fue el despertador para muchos altagracienses. Minutos antes de las 6 de la mañana, la zorra pasaba recogiendo empleados a lo largo de la vía, para llevarlos a las canteras. Fue toda una postal ciudadana y cuando soplaba el viento sur, la ciudad escuchaba las detonaciones de la cantera.
Comentarios: