En el día de la fecha, representantes del Valle Buena Esperanza se hicieron presentes en el Concejo Deliberante para volver a pedir por un problema que los afecta en sobremanera desde hace años: La explotación de las canteras (pese a que algunas están clausuradas) y el mal estado de las calles debido al incesante tráfico de camiones con sobrecarga.
Los caminos, un párrafo aparte
«Esta solicitud deviene del hecho de que los caminos públicos que deben transitar, no están preparados para soportar las 40 toneladas que, a veces, según los propios choferes, suelen transportar», reza el escrito, firmado por Héctor Castellano, Presidente del Centro Vecinal Valle Buena Esperanza. Por ordenanza, los camiones están habilitados a transitar de 8 a 16 hs, de lunes a viernes. No obstante, los vecinos denuncian que no se respeta este horario: algunos transitan los fines de semana y fuera de la hora establecida.
Como si fuera poco, desde el Centro Vecinal denuncian que los choferes, ante las denuncias; agreden a los vecinos del Valle, propinándoles insultos, agresiones, escupitajos, burlas, encerronas, gritos y camiones estacionados frente a las casas.
Las canteras: el eje central del problema
Cuando hablamos de canteras, hablamos de una explotación minera que, al menos, altera la biodiversidad del lugar, tiene consecuencias en la salud de la población, modifica los caminos de la zona circundante y tiene un tráfico vehicular sostenido e importante.
En la sesión del Concejo, los vecinos alegaron que las canteras están instaladas dentro de una reserva ecológica. El jueves, aparentemente habrían sido clausuradas dos canteras por Policía Ambiental, pero esta acción no habría impedido que cese de funcionar: pese al cierre siguen operando, según los vecinos.
Cuatro canteras que se ubican dentro del ejido municipal en la zona del Valle Buena Esperaza, están dañando el medio ambiente, comprometiendo flora, fauna y recursos hídricos.
Sin dudas, esta situación deja abierta la posibilidad para que varias empresas mineras trabajen libremente respetando normas provinciales a medias, y haciendo caso omiso a normas tributarias locales, ordenanzas de la ciudad, y a planes de remediación ambiental que deberían existir en una zona que han explotado durante años.
Finalmente, el escrito presentado por los vecinos rezaba, contundente: «Las canteras y sus contratistas tendrán el dinero y los medios para negociar, los vecinos tenemos los votos».
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