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«Cada niño pobre o enfermo que estás ayudando es una caricia a Dios»

La frase fue la respuesta del Papa Francisco al pedido "Necesito que me devuelvan la fe" de Juan Rodríguez, responsable de la Fundación "Un Tatuaje por una sonrisa", visita de lujo del programa radial "Todo Pasa" de FM 88.9.

Pocas veces los comunicadores del equipo de «Todo Pasa» se quedan sin palabras y al borde de las lágrimas. La entrevista con Juan Rodríguez, fue uno de esos momentos emotivos y de esas charlas que podrían durar horas.

Juan está a cargo de la Fundación «Un Tatuaje por una Sonrisa» y se llegó a Alta Gracia porque entre todas las buenas obras que realiza día a día, ayudó a la familia de Bruno Peralta a conseguir nada más ni nada menos que 100 mil pesos para su operación de cadera. El adolescente tiene parálisis cerebral y presenta una subluxación de cadera y de pierna -está rotada hacia adentro-. La intervención quirúrgica será el próximo martes 10 de mayo en la Clínica Vélez Sarfield. Su mamá, Noelia Leiría, es empleada doméstica, no podía juntar el dinero y le pidió ayuda a la fundación, que tras publicar la solicitud, consiguió el efectivo en pocas horas y esta mañana le fue transferido.

Por otro lado, Juan también está colaborando para conseguirle un alquiler para Agustín, un hombre que llegó desde San Juan con su esposa y sus dos hijas adolescentes con una promesa de trabajo que no fue. Tiempo atrás le consiguieron una silla de ruedas a un asistente de Paulina Domínguez.

El tatuador contó varias anécdotas, entre ellas que arrancó tatuando a hinchas de Belgrano -porque él es uno- por un juguete, incluso tatuó al jugador Chino Zelarayán.

juan rodriguez un tatuaje x una sonrisa - Diario Resumen de la región

Pero la más emocionante, sin dudas, fue su visita al Vaticano y haber conocido al Papa Francisco. «Estaba por pornerme a tatuar, armando un diseño en mi local de Ruta 20, cuando recibo un llamado. Yo atiendo todo el tiempo porque con la fundación trabajo todo el día, tenemos seguidores en todo el mundo y si me llaman es porque necesitan algo…» comenzó Juan. «Me dicen del otro lado,  ´Soy Guillermo Carchi, secretario del Papa. Francisco sabe de tu trabajo y te quiere conocer´ …yo pensé en lo bien que le haría eso a la fundación, en ese momento estaba enojado con la religión, no creía en nada» continuó.

Le ofrecieron tres lugares de privilegio para saludar al Papa, con día y hora determinada. Un día antes debía buscar la «busta» que es una carta para pasar y según el color indica la ubicación. «Empecé a llamar a mis amigos empresarios para gestionar el pasaje y ninguno podía. Soy muy amigo de José Palazzo y su familia y lo llamé a pesar de que estaba en México con el Cosquín Rock allá. Luego me llamó él, diez minutos después diciéndome que tenía todo listo». Como sobraba un lugar, llevaron al padre de José, ya que Juan no tenía quien lo acompañara.

«Cuando fuimos a buscar la busta, el hombre de la puerta -vestido de traje, serio- nos miraba de arriba a abajo ya que éramos dos hombres de mangas cortas todos tatuados y quizás pensó que lo íbamos a robar (risas) cuando me da el sobre, le pregunto ´¿que ubicación es?´ y me dice ´la mejor´» relata.

«Fuimos pasando y llegamos a la primera fila, donde estaban todos los políticos, todos los narcotraficantes y nosotros (risas). Francisco hacía una lectura del día, bendecía e iba saludando a cada uno. José me decía ´Decile algo´…y cuando se me acercó, me temblaba todo y le dije: ´Necesito que me devuelvan la  la fe´. Se hizo hacia atrás, me miró -empecé a llorar- y me respondió: ´Por cada niño pobre o enfermo que ayudaste, es una caricia a Dios´». Luego recorrió Roma con José y su papá durante siete días. Hoy  expresa su fe en Dios, se dice católico: «Necesitaba que alguien me llevara de la mano».

Juan se considera apartidario, pero manifiesta tener un proyecto, le gusta leer, quiere estudiar abogacía e inmiscuirse en la política, entendiendo que es uno de los caminos para modificar la vida de las personas, para terminar con la pobreza: «Hace diez años que camino los barrios y conozco la necesidad de las personas. Quiero dejarle un legado a mi hijo».

Confesó que fue adicto a la cocaína durante veinte años y que se dio cuenta cuando leyó en un cuaderno de su hijo: «Odio a mi papá». Eso lo shockió y a partir de allí decidió cambiar: entre sus proyectos está el de armar una Unidad Terapéutica para personas con Adicciones en Anisacate.

La fundación, que hoy tiene unos 500 mil seguidores en todo el planeta ha conseguido por ejemplo, un bote en El Tigre para que unos niños del Chaco pudieran cruzar un río e ir a la escuela.

 

 

 

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