
Entre otras cosas, el artista contó experiencias sobre las visitas a nuestra ciudad durante su infancia, recordó sus primeros pasos en los escenarios y habló de la difícil tarea que significa llevar público al teatro hoy por hoy. Simple, apasionado, humilde y por sobre todas las cosas comprometido con el trabajo que lleva adelante desde hace más de 35 años, el humorista aclara que hace humor para 2 o para 1000 personas. “Disfruto mucho subirme al escenario”, aclara.
¿Viniste muchas veces a Alta Gracia?
Sí, venía cuando era chico. Tengo una historia muy linda, de la infancia, sobre la calle Liniers. La ciudad no era como hoy, yo en esa época podía andar a la siesta solo, me iba a la plaza de la esquina a pasar los ratos. Estaba el club, también el Círculo Italiano, iba a comer pastas con mis abuelos. Estoy hablando de experiencias que pasaron hace 50 años. Era bárbaro; esa plaza era para juntarse y después salir a caminar por el centro hasta la otra plaza, era la vueltita del perro, íbamos a la panadería que estaba al lado del cine y ahí compraba yo las palmeritas en La Francesita.
¿Cómo ves la ciudad hoy?
Alta Gracia era una ciudad de viejos, turísticamente hablando. Había dos ciudades para viejos: Cosquín y ésta. Hoy Alta Gracia está fantástica, es para viejos, para jóvenes, para todos, está bárbara, está hermosa. El Tajamar, por ejemplo; yo me acuerdo que de chico, estaba más lleno y había una isla en el medio que era la que tiraba el agua. Recuerdo que veníamos todos, con mis tíos también, y después allá, al lado de la Gruta, la casa de Martinez donde yo venía siempre, pasábamos los veranos completos. Alta Gracia forma parte de mis mejores recuerdos de la infancia.
¿Cuántos años hace que estás con el teatro?
Hace 36 años. Empecé en el 74 en una obra dramática que se llamaba “Topografía de un desnudo”, una obra chilena, yo hacía de milico represor de la época de Allende, me ligué varias trompadas con eso. Después empecé con el humor en el 78, hicimos un programa de televisión donde yo hacía “El cirquito de Chirimbilo” yo era Chirimbilo, el payaso pa’ los chicos.
¿A qué se debió ese cambio drástico de drama a humor?
En realidad, simplemente empecé a trabajar sin una definición clara al comienzo. Arranqué en el colegio; los que eran más extrovertidos servían para teatro; y si no lo eras, este laburo te transformaba. Recuerdo que empecé con el “Grupo sitorio” en la facultad. Yo estudiaba dos carreras universitarias, entonces hicimos este grupo entre los de Análisis de Sistema y los de Agronomía, junté los más graciosos de cada grupo e hicimos historia en Córdoba. El primer año que estuvimos se daban 5 premios en la ciudad y ganamos 4 y el quinto fue compartido con Miguel Iriarte. Ese año seguí estudiando y al año siguiente me llaman para hacer “Hortensia se divierte” que era la primera de “La Papa de Hortensia”. En esta obra no hablaba, caminaba y estaba sentado en una mesa con el Pato Achával y la segunda obra ya se hizo en base al borracho; el borracho atrapaba la atención por más que no hablara. Se escribió “La Papa” con Negrazón y Chaveta que era lo principal y el borracho, todos en el bar Rinconcito en Alberdi y de ahí ya no paré más.
Hoy estás haciendo Stand Up, ¿extrañás “el borracho»?
No, y si lo tengo que hacer, lo hago. Los últimos 10 minutos del espectáculo lo hago, lo impongo porque si no el público sale y me dice: “Lindo el espectáculo pero…”, y se despeinan emulando al personaje. Hice “Por qué será que las queremos tanto” hasta hace poco y debíamos incorporar el personaje ahí también porque la gente no te perdona que no lo hagas. Lo gracioso es que soy famoso por el borracho pero en realidad es el personaje que menos he hecho. Lo que pasa es que ha estado montado en espectáculos que se han mantenido en cartelera muchos años.
¿Todos tus personajes tienen nombre y apellido?
Sí, todos; excepto el borracho; la verdad éste no se cómo surgió, quizás imité a alguien alguna vez y ahí nació, se instaló y quedó en el recuerdo de la gente.
¿Cuál es tu mejor público: mujeres u hombres?
Ambos. Las mujeres se divierten mucho conmigo porque yo no soy machista, al contrario; soy más bien feminista. Todo eso lo percibe la mujer que está viendo el espectáculo. No soy un tipo agresivo para nada y considero que las mujeres son las que manejan el mundo.
¿Chichilo tiene un guión o todo surge sobre el escenario?
Jamás hago un espectáculo igual al otro. Si bien tengo una columna vertebral que transito, me voy y vuelvo miles de veces. Hay veces que me voy tan lejos que le pido a la gente que me haga acordar donde estaba. Tengo un grado de dispersión importante que gracias a Dios, en mi caso, suma.
Hoy, con “Stand up de barrio” ¿rememorás viejas épocas?
Cuento todas las historias porque fui descubriendo a través del tiempo que la gente se ríe de lo que le pasa, de lo cotidiano y cuando se identifica. Hablo de lo que me pasaba cuando era chico, de cómo iba al colegio, de la pilcha que me ponía, de dónde iba a bailar y de los tradicionales “asaltos”.
¿Hace cuánto que incorporaste este género?
Al principio yo decía “déjense de joder con el tema stand up, pero después te das cuenta de que hay ciertas condiciones de stan up que vos tenes que cumplir, aunque yo no las cumplo. El standapero, por ejemplo, cuenta una cosa y espera que aplaudan, si no aplaudís no sigue. El stand up puro no es interactivo, es participativo porque la gente participa con un aplauso, es casi como una condición. En el mío, la gente dialoga, charlamos, me tiran un tema y en base a eso improviso y terminamos dialogando de muchas cosas.
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