En la noche del martes 7 de junio, Eduardo Federico Luppi, que estaba internado en la unidad de cuidados intensivos del Sanatorio Alta Gracia, entró en paro cardio respiratorio y los médicos no pudieron evitar lo inevitable.
Eduardo Luppi fue una de las personas públicas más importantes de los ochenta y noventa en Alta Gracia y el Departamento Santa María. De la más pura estirpe radical, hijo de un gran caudillo local , Eduardo heredó no sólo sus colores políticos, sino su participación en funciones públicas. Con el retorno de la democracia en 1983, fue elegido Senador Provincial por el Departamento Santa María, cargo que ocupó durante varios años.
Intimamente ligado al gobierno radical ocupó cargos provinciales y nacionales, hasta que decidió replegar sus fuerzas y actuar solo en política interna de la Unión Cívica Radical.
Referente de todos en el partido centenario, hombre de consulta a la hora de hablar de política, fue siempre abierto al diálogo, a la discusión y a la polémica. La política lo apasionaba y eso brotaba por sus poros.
Pero con Eduardo Luppi se fue también el «Gordo» Luppi. Porque Eduardo para muchos (casi todos) siempre fue el Gordo. El que corría en autos sin permiso del padre, el que jugaba al fútbol y fue fundador del Anglo Viejo; el que encabezaba las caravanas de amigos en las noches de la ciudad. Fue una persona llena de amigos que trascendieron las banderas políticas y la cuestión de clases.
Nos dejó un símbolo de la ciudad, un político de raza. Que en paz descanses, Eduardo.
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