
Alfredo Laniado tiene 85 años y es el dueño de uno de los comercios más antiguos y conocidos de Alta Gracia: Tienda La Favorita. Sus 85 años años lo encuentran pleno y lleno de anécdotas sobre sus clientes y su paso por instituciones como la Asociación de Bomberos Voluntarios.
Sus orígenes y el negocio
La familia de Alfredo es oriunda de Buenos Aires pero, debido al asma de su madre, se radicó en la ciudad de Alta Gracia antes de que él naciera. Él hizo sus estudios primarios en el Santiago de Liniers y, como en esa época no había secundarios en la ciudad, viajaba en tren todos los días a Córdoba para continuar su escolaridad. Su padre abrió Tienda La Favorita en 1928, hace casi 90 años, la cual funcionó por muchos años como tienda de telas. Fue hacia 1950 que diversificó su oferta y comenzó a ofrecer ropa ya confeccionada.
Alfredo ayudó tras el mostrador desde los 12 (edad en la que terminó la primaria) y nos cuenta que, en esa época, iba en tren al colegio, volvía, almorzaba y se ponía a ayudar en el local. Recién a la noche lograba hacer tiempo para el estudio. Se recibió del secundario con el título de Perito Mercantil, y se emociona cuando cuenta que sobre la decisión frente a la que lo puso un día su padre: “Mi padre me dijo cuando me recibí de perito: “́Si querés seguir estudiando, yo vendo el negocio y con los intereses te costeo la carrera ́. Y yo inmediatamente le dije que no. ¿Por qué le iba a truncar la vida a mi papá, que siempre estuvo en el comercio, para que yo estudie 5-6 años, me reciba de contador y de ahí tenga 2 ó 3 años más para hacer una clientela? No, lo veía muy imposible. Le dije a mi papá: “́No papá, seguimos juntoś. Bueno, y así seguimos juntos”.
El padre de Alfredo alquiló la sede donde actualmente funciona el local desde sus comienzos. Después de que éste falleciera, Alfredo y su hermano compraron el local y dieron comienzo a la construcción del edificio que hoy en día podemos observar. Durante 8 años, La Favorita funcionaría, por eso, donde se encuentra actualmente la oficiana de Canal 2 de la ciudad. “Por supuesto, el cambio fue muy positivo en todo sentido”, nos cuenta el dueño.
De Cámara Junior a Bomberos Voluntarios
Al mismo tiempo que manejaba la tienda, Alfredo llevó a cabo otras actividades paralelas ad honorem. Fue miembro fundador de Cámara Junior en Alta Gracia (la cámara joven de comercio para gente entre los 18 y los 40 años), donde ejerció como tesorero por muchos años y llegó a ser presidente. Recién en 1959, a los 27 años, llegaría a la organización que constituyó, según sus palabras, su pasión: la Asociación de Bomberos Voluntarios de Alta Gracia, de la cual fue también miembro fundador. Al respecto, Laniado explica: “Rotary Club tenía una iniciativa de fundar Bomberos Voluntarios. Entonces, hicieron una reunión en el Concejo Deliberante de la Municipalidad e invitaron a las fuerzas vivas. Como yo estaba en Cámara Junior, me dieron la responsabilidad de ir a la reunión. En esa reunión, se eligió la primera comisión de Bomberos, y ahí estaba yo. Yo fui pro-tesorero en ese momento, después tomé a mi cargo la tesorería, que la tuve muchos años y la manejé muy bien”. Recuerda con mucha emoción, en este punto, la vez en que lo felicitaron desde Inspección de Sociedades Jurídicas por la manera en que llevaba la tesorería de la organización.
Alfredo relata también que, al principio, Bomberos Voluntarios funcionaba en un cuarto de la Municipalidad, y que por meses trabajaron en silencio para conformar la asociación hasta su primera aparición pública. Sin poder contener la emoción cuenta que fue en el desfile del 25 de mayo de 1960 donde ésta se presentó por primera vez y de manera oficial a la sociedad de nuestra ciudad, y cómo el público rompió en aplausos. Relata con orgullo, además, que gracias a una rifa que propició, Bomberos pudo comprar el terreno donde funcionó su primer cuartel y comprar los elementos necesarios para funcionar.
Laniado recuerda cada detalle a la perfección y repara en detalles sobre fechas o acontecimientos. Manifiesta que si bien él estaba en la administración, el trabajo en la asociación fue una pasión para él y que contribuyó en todo lo que pudo siempre: “Tenía mucho trabajo, pero lo hacía con gusto, porque era una pasíon que tenía yo por los Bomberos. Es un orgullo ser Bombero Voluntario. Y nosotros de la comisión, cuando sonaba la alarma para convocar a los bomberos para un incendio, los acompañábamos. Era un apoyo logístico. Si necesitaban agua, necesitaban comida, necesitaban cualquier cosa, ahí estábamos nosotros, acompañándolos a cualquier hora de la noche”. Recuerda con entusiasmo además que él era el encargado de tocar la sirena que convocaba a los bomberos a la acción.
El comerciante estuvo en la Asociación de Bomberos Voluntarios por diez años, hasta 1969. Se fue, según sus palabras, “porque ya había que darle lugar a gente nueva”. De allí, pasó a formar parte de la tesorería del Rotary Club. En la actualidad, su aporte a la institución se refleja en la contribución con fotos y demás recuerdos para armar el museo de la sede actual de la asociación en la Av. Raúl Alfonsín.
A través de las vicisitudes de la economía
En relación al rubro del comercio y cómo se las arregló para sortear los obstáculos de la economía argentina, Alfredo menciona la importancia de la capacidad innata de manejar un negocio: “Estuve trabajando, dirigiendo de chico el negocio y pasé por todas las vicisitudes de la economía argentina. Supe manejarlas bien. Eso va innato saber manejar la economía”, dice. También cuenta, como fórmula de su éxito: “Cuidar al cliente es lo mejor, es la mejor atención se que le puede hacer: brindar buenos productos y atender bien a la clientela. Así fue creciendo y día a día fuimos progresando hasta llegar a ser esto. Es una locura”.
El negocio como una terapia
A los 85 años, con 3 hijos, 12 nietos y 12 bisnietos, Alfredo se siente tan vital como si tuviera 50. Es el único miembro de la familia que decidió seguir con el negocio, pero lo hace gustoso y feliz. “Yo soy el que abre y el que cierra el negocio todos los días. La mejor terapia para mí es el negocio. Yo acá soy feliz. Hablo con mis clientes, amigos, clientes de hace mucho tiempo, clientes que han estado en Rotary, en Cámara Junior, en Bomberos. Así hemos llegado hasta ahora. Yo, con 85 años, me siento feliz de estar en la tienda, de atender a mis clientes”. Su expectativas para el 2018 son seguir haciendo lo que ama y que tantos gratos momentos le ha traído.
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