Acostumbrados a vivir en una ciudad “con encanto de pueblo”, hubo hechos que literalmente nos pusieron la piel de gallina este año. Mucha impotencia fusionada con dolor, que para muchos, quizá, no hizo más que profundizar el descreimiento que ya tenían hacia la Justicia. Una sensación de desamparo, de despojo. Algo difícil de recuperar, mas aun, cuando la pérdida es insustituible; como Silvia, Teo o Martina. Teniendo estos dos últimos un claro denominador común: la desprotección.
¿Dónde estaban?
Perdieron la vida casi sin haberla vivido y eso es algo que hiere y mucho. Teo tenía apenas un año de edad cuando la mañana del 9 de enero, cayó al agua de una pileta, o eso fue lo que le dijeron a la familia, mientras estaba en una “guardería” en Anisacate. Fue una desgracia “accidental”, así lo describieron. El niño no sobrevivió y la justicia imputó de Homicidio Culposo a la encargada y a la maestra que estaban en el lugar haciendo vaya a saber que cosa. Pero cuidar, seguro que no.
Dos meses después y en un contexto totalmente diferente, pero no así menos doloroso, falleció Martina. Una beba de seis meses que no resistió a los golpes que sus propios padres le propinaron, en Anisacate. “Se nos cayó de la sillita de comer, alegaron los jovenes progenitores. Sin embargo, horas más tarde no pudieron seguir sosteniendo esa falacia; porque el cuerpo de la niña habló, y mostró signos de un maltrato anterior a ese golpe por el cual fue a parar al hospital. Si, golpes anteriores y hasta una fractura no curada, algo inconcebible pues, como dijimos, tenia apenas seis meses de edad.
Pero… ¿Que tiene en común el caso de Teo con el de Martina?, que nadie los ayudó, eso. Además, el hecho de no saber, hasta el día de hoy, donde estaban aquellos que debieron intervenir y no lo hicieron. Si la definición primera de lo que es un accidente, se centra en “algo que no puede predecirse ni prevenir”, la pregunta es: ¿Fue un accidente lo de Teo?¿Realmente no se pudo evitar?. Y, mas allá de que, en el caso de Martina, lo autores estén detenidos enfrentando una condena que podría ser perpetua y, en cambio, sobre las “profesionales” de RecreArte, recae una imputación bastante menor en la cual si se la comprende como un accidente; esas marcas en el cuerpo de la niña, denotaban no solo la violencia de quienes debían protegerla, sino además la desatención de quienes rodeaban a la niña. ¿Nunca nadie se percató de esto?, parece que no o es lo que queremos creer.
Con Silvia se llevaron todo
Tenía 37 años, era odontóloga y una vida llena de actividades y amigos. Tenía su consultorio en una de los ingresos principales de la ciudad. Ese era su lugar, el mismo que meses más tarde se convirtió en el escenario del más vil de los crímenes ocurridos en la zona. El de ella.
A Silvia le pegaron hasta más no poder. La abusaron sexualmente con ensañamiento, luego la asfixiaron y murió. Sólo unos minutos antes, la joven profesional había atendido a su ultimo paciente. Nadie podía entender lo sucedido, el porqué de tanta crueldad.
Lo asombroso vino después cuando se supo que el autor del macabro hecho fue Héctor Abel Gómez, al parecer, un total desconocido de su víctima, un rosarino que vivía hace apenas dos años en la ciudad junto a su familia. Alguien que no estaba en la lista de sospechosos del fiscal. El y su hermano están en la cárcel de Bouwer, este ultimo por encubrimiento.
Con Silvia se llevaron todo: la paz, la tranquilidad, la libertad pero sobre todo, esa sensación de seguridad que creimos tener: “por suerte en Alta Gracia no pasan estas cosas”, eso quedó desechado. El “encanto de pueblo” se perdió.
¿Por despecho?
El 26 de agosto, la tranquilidad de la localidad de la Serranita se vio empañada por el homicidio alevoso de un sexagenario. Juan Carlos Festa recibió varios golpes en la cabeza con un caño de metal, por parte de Juan Giménez de 45 años, quien era la ex pareja de su actual concubina. Esos golpes, le produjieron la muerte.
El episodio ocurrió exactamente en la Estancia «La praviana» y fue algo confuso. El fiscal Diego Fernández confirmó que Gimenez tenía una prohibición de acercamiento al domicilio que Festa compartía con la mujer de 35 años, por denuncias de violencia. Sin embargo, eso no le impidió llegar y acabar con la vida del hombre. Después, el intentó huir pero fue alcanzado por la policía a los pocos minutos. Al principio, el hecho fue caratulado como un Homicidio Simple, no obstante ni bien se confirmó que prevalecía esa orden de restricción y se amplió acerca de la modalidad en que se suscitó el hecho, la imputación se agravó y fue acusado de “Desobediencia a la autoridad y Homicidio Agravado Calificado por Alevosía”. Actualmente, está alojado en la cárcel de Bouwer aguardando un juicio oral.
La muerte de un líder
José Manuel de la Sota falleció en la noche del sábado 15 de septiembre cuando viajaba en su camioneta Volvo por ruta 36 a la altura del cruce de Alto Fierro. Ésta, impactó con la parte trasera de un camión de gran porte, lo que produjo su deceso en el acto.
Un hecho que el único hilo conductor que puede tener con los mencionados anteriormente, es la tragedia. Sin embargo, en este caso, y a pesar de que se imputó al camionero, se trato de un accidente y así se cerró la investigación. No obstante, quien murió en nuestra jurisdicción fue nada más y nada menos que uno de los principales (sino es el principal) referente del viejo peronismo ortodoxo de la provincia. Quién además fue tres veces gobernador y quien, si bien su rostro ya no se mostraba públicamente con frecuencia, estaba trabajando fuertemente para ser candidato a presidente de la Nación.
De La Sota, un hombre que generó amor y odio, cuestionado en algunos hechos pero muy respetado. Muchos catalogaron esta tragedia como la muerte del peronismo tradicional y el hecho los llevó a repensar en el organigrama de cara a 2019 pero..ese es otro tema en el cual no vamos a entrar. Lo cierto es que la muerte inesperada del referente justicialista, dejó enlutada a toda una provincia.
Mató a su padrastro
El más reciente homicidio que aún no deja de consternar a la ciudad, fue el de Fabián Romero, un hombre de 42 años vecino de barrio Poluyan.
El pasado 3 de diciembre, su hijastro, Maximiliano de 20 años, le propinó dos disparos en la cabeza que resultaron mortales. Esto, mientras el hombre dormía. Si bien aún hay versiones disimiles sobre lo que podría haber ocurrido, el joven declaró ante el fiscal Alejandro Peralta Ottonello y confesó haber sido víctima (tanto él como su madre) de los hechos de violencia física y verbal más aberrantes que puedan imaginarse. Y, además, de haber sido sometido sexualmente cuando era un niño por parte de quien fue su víctima. Cabe destacar, que cuando aún la escena estaba caliente, el joven fue a la policía y se entregó haciéndose cargo de la muerte de quien lo había criado desde los 3 años de edad. Quien, según Diego Agüero, abogado defensor del joven “tenía una dicotomía monstruosa”, de tipo narcisista. Refiriéndose a que Romero era alguien que “encantaba” a los de afuera pero que en el seno intrafamiliar, era todo lo opuesto. El letrado aseguró además que en la cárcel, Maximiliano le habría manifestado a su madre ahora “sentirse libre”.
Con el testimonio ante el fiscal, la situación del joven se volvió más compleja. A la imputación de “Homicidio Agravado por uso de arma de fuego”, ahora se le sumó el agravante por alevosía, lo que Ottonello lo fundamento con la dinámica en la que el hecho se perpetró: dispararle dormido cuando claramente el hombre no tuvo posibilidad de defenderse. Dinámica que Agüero resalta como “salida” a ese infierno porque “era tal el miedo que si estaba despierto se bloqueaba”.
Estos, fueron los hechos policiales más sobresalientes del 2018. Un año que también dejó algunas condenas con gusto a poco, como fue el caso de la muerte de Pablo Salgado, cuando en junio un tribunal condenó a 3 años de prisión (condicional) y 8 de inhabilitación para conducir a Uriel Obregón, quien en 2016, lo atropelló mientras conducía a una velocidad excesiva. Sentencia sorprendente además la de Mercedes Saldaño, la mujer que mató a su bebé recién nacido en 2017 en barrio General Bustos. Parecía ir directo a una perpetua, sin embargo, fue condenada a 11 años de prisión.
Todo esto, lamentablemente pasó en esta ciudad y alrededores.
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